Los cristianos somos muy dados a buscar los mártires que entregaron sus vidas manteniendo con firmeza su fe en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo en la época antigua. Pero el siglo XX nos presenta uno de esos hombres dignos de admirar e imitar.
Dietrich Bonhoeffer nació en Alemania el 4 de febrero de 1906 y muere el 9 de abril de 1945. Y no fue un hombre pobre, carente de bienes materiales o simple fanático religioso. Perteneció a una familia de la alta burguesía prusiana que integraba la élite cultural berlinesa. Fue pastor y teólogo luterano. Hijo de Karl Ludwig Bonhoeffer quien era profesor de psiquiatría y neurología, director de la clínica psiquiátrica de la Universidad de Breslau. Su madre fue la pianista Paula von Hase, nieta del teólogo Karl von Hase, quien fue predicador de la corte del Kaiser Guillermo II. ¿Cómo les parece? Por sus convicciones cristianas fue arrestado y encarcelado por la Gestapo en tiempos de Hitler y acusado de formar parte en los complots contra el régimen, finalmente es ahorcado poco antes de terminar la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, este personaje, es una muestra de lo que hace el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo cuando lo cultivamos de corazón. Con constancia y fe. Con convicción y seguridad. Su testimonio lo encontramos en algunas cartas que logró escribir antes de ser ejecutado. Documentos que nos permiten conocer el alma de un mártir del siglo XX. Cuenta, que en un momento al explotar una bomba muy cerca de la celda donde lo tenían escribió. “Me asalta el aire pesado… vuelve a llevarme, simplemente, a la oración y a la Biblia”. Cuando se acercaba el momento de su muerte, la Palabra de Dios alimentaba diariamente su vida espiritual. Irradiaba el gozo que generaba su lectura. Y en una de sus cartas escribió “Estoy leyendo la Biblia de tapa a tapa. Leo los salmos todos los días, como lo he hecho por años. Los conozco y los amo más que ningún otro libro”
Este testimonio de fe contemporáneo solo nos indica que cualquiera de nosotros puede adquirirlo. Bonhoeffeer descubrió las grandes ventajas de estudiar la Palabra de Dios con oración. A través de sus páginas, recibió fortaleza espiritual y valor indomable. “Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu, una nobleza de carácter y una firmeza de propósito que rara vez pueden verse en estos tiempos” El Camino a Cristo. Pag.90.
La fe en Dios de este noble personaje no fue producto de la casualidad por cuanto su vida se fundamentó en la Palabra de Dios. Definitivamente su fe fue fuerte, por cuanto su vida de devoción también lo fue. Quizás para un mundo pecador no tenga ninguna importancia la firmeza de hombres como este, pero para Dios sí. “En este mundo, esos héroes de la fe fueron considerados indignos de la vida; pero en el cielo están registrados como hijos de Dios, dignos del más alto honor». «Andarán conmigo en vestiduras blancas», «declara Cristo», «porque son dignos» (Apoc. 3:4) En las cortes celestiales les espera un «eterno peso de gloria» ¿Amén? ¡Hasta el próximo martes Dios mediante!