El tema de las elecciones legislativas va a ser el centro del debate nacional, lo que ocurra antes, durante y después estará determinado por estas circunstancias electorales. Estas elecciones ahora si serán una especie de plebiscito y referéndum que medirá las fuerzas políticas en el país, si el gobierno gana hará muy difícil el llamado a un referéndum en el 2016, cuando el presidente Maduro esté a la mitad de su periodo. Por el contrario, si la oposición gana, desde ese mismo momento se iniciará el proceso para el referéndum, que no solamente termine con la presidencia de Maduro sino con el proceso revolucionario y de transformación que durante los últimos 16 años se ha propuesto para el país.
Si bien estamos conscientes de que el pueblo no se dejara arrebatar las conquistas económicas y de reconocimiento político, social y cultural que sin la menor duda y con todas las contradicciones y deficiencias se han obtenido, véase como se vea, esto sería un fracaso no solo para la izquierda venezolana, sino para latinoamericana y el mundo. Por eso es mucho lo que está un juego en las elecciones del 2015: entre la continuidad del proceso revolucionario o el retorno al pasado.
La oposición también tendrá que enfrentar las diferencias internas, entre aquellos que aspiran el referéndum en el 2016 y ser los presidenciales y aquellos otros sectores emergentes, por ejemplo Henry Falcón, cuyas fuerzas están conscientes no haber todavía logrado aglutinar el apoyo a nivel nacional, por lo que preferirían que el gobierno se mantenga hasta el 2019, cuando consideran tener mejores condiciones para poder ser los presidenciales.
En cuanto a la situación política y social, estamos conscientes de que la amenaza a la violencia sigue latente por parte de aquellos que quieren una salida rápida. Esperemos esta vez se imponga la racionalidad. En cuanto a lo económico, el gobierno tendrá que decidir entre tomar medidas estructurales, no solo para enfrentar la especulación y el acaparamiento sino para incentivar la producción, lo cual requiere de medidas a largo plazo cuya consecuencia social y política afectarían las elecciones del 2015. Por lo que creemos que nuevamente el tema económico y su transformación podrían quedar pospuesto para otros años, ni siquiera para el 2016 en el que podría producirse un referéndum presidencial. Es decir, seguir corriendo la arruga del rentimo. Y ahora todo se agudiza con la caída de los precios del petróleo, por lo que la devaluación y el endeudamiento parecen ser las medidas más sencillas, aunque más erradas, para mantener el gasto social.
Lo que está en crisis en Venezuela no es solo un gobierno, es el modelo capitalista rentista. Un modelo económico y social que ha dominado los últimos 90 años. El rentismo, que ha sustentado el populismo y la cultura del petróleo están en crisis agónica y este tema no se discute en el país. Tanto gobierno como oposición siguen soñando con la “siembra del petróleo”, como si todo fuera un problema de gerencia, y no lo es. La oposición espera conseguir el triunfo en base al descontento, pero no ofrece ningún plan de gobierno. Y el gobierno pretende continuar con la distribución de la exigua renta petrolera.El nuestro es un modelo deforme atado a la dependencia y a la incapacidad improductiva, profundamente estudiado como la “enfermedad holandesa”, “indigestión económica” (Pérez Alfonzo, Asdrúbal Batista, entre otros), pero este tema central no se discute en Venezuela. A esto dedicaremos nuestros próximos artículos.