RN. Por fin habló y como no hay real, aumentó los gastos. Viva el socialismo
Se acabaron las vacaciones, regreso a mi país. Sí, a mi país, así los robolucionarios digan que es solo de ellos. Se reactiva paraninfo. Pasamos navidades con nuestro hijo, nuera y nietos, en Quito, la colonial capital del Ecuador. País del ALBA. Un amigo del desparecido comandante la lidera: Rafael Correa. El mismo lenguaje, los mismos slogans políticos, las mismas agresiones y amenazas a la oposición, la misma mordaza a la prensa y a la libertad de expresión. Cortados con la misma tijera. Pero, y siempre hay un pero. Correa parece que ladra pero no muerde. Unos dicen que es porque se graduó de economista en el imperio. Otros porque y que no lo dejan y algunos que está comprando tiempo. Pero lo cierto es que Ecuador no se parece al Ecuador de hace una década y menos a la Venezuela de hoy. Los indicadores económicos lo sitúan por encima de la “casa matriz de la revolución socialista”. En 2014 su PIB fue de 5% y el nuestro -0,5%. Pero no solo son los indicadores macro y micros económicos, es lo que uno percibe en la calle. A Antoñito lo reemplazaron por la divisa imperial. “Una estupidez”, vociferó Correíta, pero no lo cambia. Ni loco que fuera.
Para conocer mejor a un país hay que recorrerlo, comerle sus comidas y hablar con su gente. Y eso hicimos. Salimos de Quito rumbo al norte. Visitamos Otavalo, Cotacachi, Ibarra, zonas de lagos. Luego al sur. Latacunga, Ambato y Riobamba. El Cotopaxi y el majestuoso Chimborazo. Nieves eternas. En este último le leí a mis nietos: “Yo venía envuelto con el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo”. El delirio de un grande hombre, cuyo nombre y gesta hoy es usado por unos comunistas trasnochados para burlarse de un pueblo y acabar con un país. Seguimos a Alausí, a la “Nariz del diablo”. Se llega en un tren hecho en 1901, que desafía a la ingeniería. Zigzag y vértigo. Indígenas trilingües. En otra oportunidad conocimos Guayaquil, Salinas, Cuenca. Nos impresionó la hermosura de sus paisajes, siembras, ganadería, artesanía, comidas, servicios. La red vial, estatal, provincial y cantonal, excelente. Buen señalamiento, muchas estaciones de servicio de diferentes operadoras y en competencia. Pdvsas. Alrededor de $2 el galón. Se paga con tarjeta de crédito. Radares y vigilancia policial. Peajes con dispositivos electrónicos. Y siembras y ganado. Y frutas y flores.
Pero no todo es obra de Correa. Los alcaldes tienen mucha responsabilidad en ese desarrollo. Las ciudades más importantes del Ecuador: Guayaquil, Quito, Cuenca, entre otras, están en manos de la oposición. Correa pelea con ellos pero trabaja y deja trabajar. No le quita sus situados constitucionales, no les monta autoridades paralelas. Y gana el pueblo. En esas ciudades hay gobernabilidad. Los autobuses se paran en las paradas, los motorizados andan por su vía, respetan los semáforos. Se respetan los rayados peatonales. Sin basura. La policía vigila, protege y ayuda. Y los supermercados, ¡hay los supermercados! Harina Pan. Muchas marcas de aceites, de leches, de cafés, de papel sanitario, de arroces, de jabones. Verduras, legumbres, frutas, enlatados. Sin colas. Increíble, pero cierto. La Venezuela de antes de la revolución. Y la educación. Clases hasta el 22 de diciembre, algunas hasta el 24 en la mañana. Y el reinicio el 6 de enero. Nico, ¿por qué no mandas a los dos Rodríguez a Ecuador, en vez de China? Sale más barato.