Ya es casi un escenario normal en el país, observar interminables colas a las afueras de comercios y supermercados.
Para muchos, el venezolano se ha acostumbrado pasivamente a realizar colas para adquirir cualquier producto.
Para otro tanto, el acto es bochornoso y solo esgrime la dramática situación económica de la nación y el fracaso del modelo revolucionario.
Madrugan en las colas
En un recorrido por el este y centro de Barquisimeto, este sábado se apreciaron numerosas y extensas colas a las afueras de reconocidas cadenas de misceláneo y supermercados.
Más que todo habían en las colas mujeres con niños en los brazos, embarazadas, féminas de avanzada edad, que en su mayoría amanecieron o madrugaron para tratar en lo posible de conseguir leche en polvo, pañales, compotas y toallas húmedas.
Los encuestados, tanto mujeres como hombres, expresaron que estuvieron aproximadamente seis horas esperando que vendieran productos de primera necesidad.
Según algunas personas, sostuvieron que permanecieron en la cola desde este viernes, en los comercios donde habría llegado cargamentos de leche en polvo y pañales.
El grueso de las mujeres en estado, los niños y ancianos, permanecían sentados en las aceras o recostados en las paredes, a la intemperie, y ya avanzada la mañana, bajo el sol abrazador o de pie, en la orilla de la calle.
Custodia militar
En todos los establecimientos comerciales, se apreció presencia de la Guardia Nacional, efectivos que ofrecían un trato desconsiderado a las personas con gritos y todo descortés.
En cuanto a los reporteros gráficos y periodistas, algunos militares hicieron lo posible por impedir captar la realidad de las colas a través de amenazas e incluso improperios.
Reparten números
La mayoría de las colas eran kilométricas, en donde para comprar el requisito era presentar un número que repartían los efectivos castrenses.
Cleotilde Leal narró que tuvo que amanecer en la cola de una cadena de farmacias cuando se enteró que este sábado venderían pañales y leche en polvo.
Dijo que llamó a sus hijos y les notificó que se fueran a la casa de sus abuelos porque no dormiría en casa para poder adquirir el anhelado alimento para su pequeña hija de seis meses.
Zaida Medina, madrugó para hacer la cola en un supermercado cercano a la avenida Vargas, a donde llegó antes de las seis de la mañana para tomar el número 564 y así poder comprar pañales y toallas húmedas.
Salió con los pañales, sin las tollas a las 10:45 de la mañana.