Gran susto y deseperación fue la que vivieron la mañana de ayer dos trabajadoras del Ipasme Lara, cuando se encontraban dentro de su oficina y un sujeto a mano armada las apuntó para despojarlas de sus pertenencias.
Aunque no hubo declaraciones oficiales, ni las víctimas quisieron conversar, se conoció que el delincuente se llevó cadenas, pulseras, zarcillos y celulares de las dos empleadas.
El hombre, al parecer, aprovechó la soledad del pasillo del piso tres, donde se hizo pasar como cualquier usuario de la institución, se metió en la oficina de Servicio Médico donde estaba la coordinadora Dalia Zorro, (antigua directora del Ipasme) y su secretarias, a quienes apuntó con el arma de fuego.
Este no es el único robo o hurto que se ha producido en el lugar, pues enfermeras, médicos y pacientes han sido víctimas alguna vez.
Una mujer que no quiso identificarse, narró sus dos experiencias, la primera de ellas en septiembre de 2013, cuando estaba en el área de siquiatría y un hombre se hizo pasar po paciente, preguntó el horario, visualizó la situación y bajó.
Al rato, cuando ya se habían ido todos, se acercó al puesto de la dama y le mostró el arma que llevaba en su koala, le pidió el celular, el anillo de grado y un televisor pequeño.
“Me decía que no le mirara la cara. Posteriormente puse la denuncia ante el Cicpc y todo quedó ahí. No se hizo nada”.
La mujer cuenta que después tenía miedo de volver a su puesto de trabajo, pues pensaba que le podía ocurrir nuevamente, “pero ni modo, tenía que laborar”.
Hace meses se colocaron nuevas cámaras de seguridad, pero a pesar de ello, la delincuencia sigue haciendo de las suyas, pues solamente hay cuatro vigilantes en los diferentes turnos para toda la institución y sin ningún tipo de armamento para defenderse.
“Entre los trabajadores nos mandamos mensajes de texto o nos hacemos señas si vemos a alguien raro, también les decimos a los vigilantes para que suban y sepan de quién se trata, pero cada vez es peor la inseguridad. Roban más adentro que en las calles”, comentó la dama.
Otra mujer, quien tampoco quiso decir su nombre, dio a conocer su caso, el cual ocurrió en noviembre de 2014, cuando dejó su vehículo en el sótano dos del lugar, y al bajar al mediodía, se percató que las luces internas y externas del carro estaban encendidas. Al revisar, vio cómo habían despegado uno de los vidrios con la goma. “Les dio tiempo de hacer todo. Estamos a merced del hampa”, puntualizó.