El presidente venezolano Nicolás Maduro da este miércoles en la Asamblea Nacional el discurso anual de rendición de cuentas en el que prometió presentar las varias veces pospuestas medidas contra la crisis económica que vive el país petrolero.
En una Venezuela agobiada por la constante caída del precio del crudo y una escasez e inflación galopantes, el mandatario acude a esta cita anual tras su gira de casi dos semanas por siete países en busca de apoyo financiero y de una respuesta común para reflotar el precio del oro negro.
Pero el heredero político de Hugo Chávez también se enfrenta a su popularidad más baja en sus casi dos años de gobierno, cuando el oficialismo podría perder la mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas del ultimo trimestre de 2015, según las encuestas.
En este escenario la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) convocó a recibir la alocución presidencial –prevista a partir de las 21h30 GMT– con «un sonoro cornetazo y un cacerolazo de protesta», que exprese el descontento por la difícil situación que enfrentan los venezolanos.
La escasez de un tercio de los productos básicos de alimentación e higiene (el sector farmacéutico habla de la falta de más de la mitad de las medicinas) es el problema más grave en el país según encuestas de diciembre pasado, superando incluso la criminalidad pese a que Venezuela tiene la segunda mayor tasa de homicidios del mundo.
El síndrome de los anaqueles vacíos, unido al astronómico déficit público calculado en 20% del PIB en 2014 –que llevó al gobierno a imprimir bolívares para mantener el gasto– han disparado la inflación a 64% durante los últimos 12 meses.
Pero en 2014 la economía también sufrió una contracción de 3,9% a causa del brusco descenso en las asignaciones de divisas a las empresas privadas, dentro de un control de cambio vigente desde hace 12 años.
Y para el 2015 el escenario que dibujó este miércoles el Fondo Monetario Internacional (FMI) es mucho peor: un desplome del 7% del PIB del país caribeño, sobre todo a causa de la caída de los precios del petróleo.
El modelo de control de cambio, a juicio de analistas, ha llevado a una sobrevaluación del bolívar ante el dólar en el mercado oficial, y fomentado la corrupción y la fuga de capitales.
Y el país con las mayores reservas de crudo del mundo, que pese a la bonanza petrolera de la última década con precios de 98,08 dólares el barril en 2013 y 88,42 dólares en 2014, actualmente solo dispone de poco más de 20.000 millones de dólares en reservas internacionales.
Aunado a ello, el país acumula miles de millones de dólares en deudas comerciales con proveedores de bienes como alimentos, medicinas y equipos médicos, en servicios como aerolíneas, y en deudas financieras por bonos y préstamos.
Esas obligaciones con proveedores internacionales condujeron a un desplome de las importaciones, lo que se ha traducido en la actual escasez debido a la alta dependencia de Venezuela de los mercados exteriores.
Las cartas en mano
Aunque algunos analistas abogan por una nueva devaluación del bolívar ante el dólar, el mandatario venezolano se ha mostrado reacio a tomar medidas ortodoxas de ajuste, y ha insistido –como en el pasado– que sus decisiones apuntarán a fortalecer lo que define como «modelo de transición al socialismo».
Por ejemplo Maduro ha insistido en buscar financiamiento con aliados como China y Rusia, previendo acentuar más el modelo centralista socialista con decisiones que no representen un alto costo político, como el alza de la gasolina, la más barata del mundo.
En el mercado interno con trece dólares se puede comprar el contenido integral de un camión cisterna de 25.000 litros, suficiente para que un automovilista ruede durante cinco años.
En un año electoral que podría ser clave para su mandato, Maduro debe afrontar la caída de 61% en el precio del petróleo –que da 96% de las divisas al país– y un descontento social evidente, que incluso ha resquebrajado la cifra de seguidores del chavismo.