Rujano azote de campeón

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José Rujano tiene ahora cuatro títulos en la Vuelta Táchira, galería en la que es su único y exclusivo habitante, condición que aquilata su estirpe de ciclista de grandes virtudes y triunfos, como lo demostró en los 1.288 kilómetros cumplidos, en los que esperó pacientemente su mejor aliado, la montaña, en la que, azote en mano llevó a su reducto a sus más fieros rivales hasta someterlos en forma definitiva.

La tarea no fue fácil. Una primera fase de aliento, en la que se dedicó a tomar ritmo y sumar kilómetros en sus piernas debido a la topografía llana por donde se transitó, a sabiendas que luego vendría la montaña, su incondicional compañera. En esos kilómetros llanos poca importancia tuvo en su desempeño y sus enemigos capitales, los loteros, ante la ausencia de representantes colombianos también se dedicaron a rodar sin procurar tomarle tiempo a favor al enemigo avisado, quien venía con el firme propósito de quedarse con la victoria, como en efecto lo hizo.

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En lo que pudiera llamarse la segunda parte de la Vuelta al Táchira de este año, el nacido en Santa Cruz de Mora en Mérida encontró la fórmula del éxito y marcar más historia a su favor al conseguir la cuarta corona que lo deja instalado en un nicho especial con la dicha de haber rebasado a otros grandes del pedalismo internacional, como los colombianos Martín Emilio Cochise Rodríguez, Álvaro Pachón Morales y el venezolano Manuel Medina, poseedores cada uno de tres diademas.

Poco a poco desde que la cuesta asomó en el camino, Rujano fue aporreando a sus enemigos principales hasta encontrar en Juan Murillo férrea resistencia. El primero de sus grandes azotes lo dio hacia La Grita, con Murillo como único compañero de escapada en los tramos finales, a quien derrotó en el momento decisivo para marcar el único triunfo de etapa, pero el nacido en San Cristóbal, un humilde pedalista con alto rango en el giro tachirense con catorce intervenciones, tenía en sus manos la camiseta amarilla de líder, la que soportaría hasta la escalada hacia Casa del Padre, cuando rindió su oportunidad de quedarse con el título.

Curiosamente, Rujano, después del esfuerzo que le permitió desbancar ese día a Murillo reconoció ante los medios de comunicación que estuvo a muy poco de abandonar la cita y a punto de darle la mano a Murillo, a quien veía muy fuerte. Después, sintió un segundo aire en sus fuerzas y arrolló con su pedaleo a su gran rival con los resultados conocidos. La trepada a Casa del Padre es quizá la más difícil en Venezuela, especialmente en los últimos cuatro kilómetros cuando se enfrenta una pendiente del 14 por ciento.
La parte final, último día, Rujano impuso su jerarquía, su solvencia ante el grupo de 95 pedalistas que concluyeron la exigente prueba y pudo trasegar el circuito de San Cristóbal, que otrora le había negado la victoria en el año 2009 y un año después, en el 2010, un angustiante triunfo por apenas tres segundos de diferencia sobre su coterráneo José Alarcón.

Destacable también en la Vuelta que pese al gran porcentaje de montaña, las diferencias fueron exiguas en las primeras casillas, hecho que el presidente de la Federación Venezolana de Ciclismo, Artemio Leonett atribuyó a los estrictos controles antidoping, especialmente los exámenes de orina y muestras de sangre para controlar los hematocritos, situación que determinó que la corona del 2014 recayera en las manos de Carlos Galvis, después de comprobarse que Jimmy Briceño había rebasado por una cuota importante el límite permitido por las autoridades rectoras del ciclismo mundial.

Vuelta en revisión

El fracaso de las delegaciones extranjeras, con mayor énfasis en México, vuelve a colocar sobre la mesa la revisión de las invitaciones en la búsqueda de mayor calidad para el momento de los enfrentamientos en las difíciles carreteras tachirenses.

El tema no es nuevo, tiene hasta décadas de tratamiento por parte de los organizadores de la prueba, pero ahora se profundiza porque muchos no toleran que en la edición cincuentenaria Colombia no haya estado presente siendo una invitada permanente con capacidad arrolladora en las primeras ediciones.
Hay alegatos, muchos. Que no quisieron venir, que solicitaban dinero a cambio, que los pasajes no fueron colocados a tiempo. En fin, una verdadera gama de verdades a medias. Lo cierto del caso es que Colombia no estuvo presente y desde acá se debe buscar la fórmula para la asistencia de los escarabajos, porque los equipos de gran calibre están prácticamente ligados a la temporada europea y durante los meses de noviembre y diciembre se dedican al descanso. La sugerencia, es que con el tiempo necesario se hagan los trámites con un equipo que venga al Táchira en plenitud de forma como en los años pasados.

El otro punto importante en la parte organizativa es cómo van a enfrentar los tachirenses la organización de la Vuelta de las Bodas de Oro, porque hasta el 2015 se cedieron los derechos al Ministerio del Deporte, aunque ahora el ejecutivo regional procedió a declararla patrimonio cultural del Táchira para asegurar año a año su cumplimiento. Durante el desarrollo de la edición cincuentenaria, la toma de decisiones no correspondía a su mentor, la Asociación Tachirense de Ciclismo (ATC) sino a quienes se le cedieron los derechos, mientras que en el manejo arbitral queda el lunar del último día cuando la decisión sobre el ganador de la etapa fue cambiada un par de veces.

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