410 años de la Altagracia de Quíbor

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Diego Gómez de Alvarado, «El Viejo», arribó a Coro a mediados del siglo XVI, procedente de Cáceres, Extremadura, España, de acuerdo a documentos ubicados en el Archivo Municipal de Málaga por el autor del presente artículo y gracias a datos aportados por la doctora María Altagracia Pains, funcionaria de la Alcaldía de Cáceres, Extremadura, y autora del libro La Altagracia de España e Hispanoamérica.

Es sabido que después Gómez de Alvarado pasó a ser alto funcionario en Coro, y padre de Gracián de Alvarado Muñatones «El Viejo» y de Diego Gómez de Alvarado «El Joven». Estos personajes se trasladaron a El Tocuyo en 1604, a raíz del fallecimiento del viejo Diego Gómez, hecho acaecido en 1577.

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Ya para 1604 Diego Gómez de Alvarado «El Joven» había enviudado, circunstancia que lo acercó más a la iglesia. Y es casi seguro que en ese año arribaron a El Tocuyo algunos pintores de imágenes sacras, así como Alarifes, escultores y arquitectos, entre los que encontramos a Agustín Riera, autor de una escultura de Santa Lucía ubicada en el altar del templo La Concepción de esa Ciudad Madre. De igual forma mencionamos a Tomás de Cózar, arquitecto y buen pintor, tal como lo reseña un documento ubicado por mi persona en el Archivo Arquidiocesano de Caracas, fechado en 1602 en Coro, debido a que en ese año fueron contratados por el Cabildo Eclesiástico con el objeto de efectuar trabajos atinentes a la escultura, pintura y arquitectura, conforme a datos aportados por Carlos Duarte, mediante su investigación sobre alarifes y arquitectos de la Colonia venezolana y por Alfredo Boulton en su historia de la pintura colonial venezolana.
De igual forma, para 1604 tanto Diego Gómez de Alvarado y Gracián de Alvarado Muñatones ya habían tomado posesión de terrenos donde construyeron el Oratorio de La Ermita, cuyos primeros movimientos para su erección comenzaron en 1595, de acuerdo a datos aportados por El Hermano Nectario María, lo que nos sugiere que ese templo, que ha sufrido varias reconstrucciones, cumple en este 2015, 420 años como Oratorio y 205 años de su última gran remodelación, llevada cabo por Atanasio Lucena y Goyo en 1810.

De tal manera que Gracián de Alvarado Muñatones «El Viejo» y Diego Gómez de Alvarado hijo contratan al pintor Tomás de Cózarpara que pinte la imagen de Nuestra Señora de Altagracia de Quíbor, en 1605. Dicha imagen permaneció algún tiempo en El Tocuyo y luego fue trasladada al Oratorio de La Ermita y colocada en el altar. Y es de hacer notar que Tomás de Cózar hizo énfasis en la identificación de la imagen al epigrafiarla abundantemente y además de firmarla en la parte inferior izquierda, hecho inusual en la pintura sagrada hispanoamericana.

Pendiente queda el análisis sobre su riquísima simbología, por lo pronto únicamente nos motiva asistir a la procesión 133 que se llevara a cabo el 23 de enero, mismo mes del 111 aniversario del diario EL IMPULSO, siempre comprometido con la verdad y la justicia, en estos momentos cuando requerimos de abundante paz, tolerancia, hermandad y el látigo crístico que nos permita echar del templo de la patria a aquellos mercaderes de la política del odio y conjurar a los que pretenden seguir ubicando a la historia en un santuario de anécdotas y a la cultura en una carpa de espectáculos.

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