Para recordar: “Yo, Yo Soy el Eterno, y fuera de mí, no hay quien salve”. (Isaías 43:11)
Para esta época, una parte del mundo recuerda cuando encalló el barco llamado “Costa Concordia”. Este hecho ocurrió el 13 de enero de 2012 y el capitán huyo del lugar. Al contrario del “Titanic”, suceso acaecido el 14 de abril de 1912. Aunque en ambos casos, les costó la vida a numerosas personas, el comandante se hundió con el barco.
No hay barco sin capitán, ni timón, ni timonel. Y valga la comparación: La tierra se parece a un gran barco; la Biblia es como el timón, que nos guía, porque es la Palabra del Dios; el Capitán y Timonel es Jesús, el Hijo de Dios, porque es nuestro creador y por el pecado, murió por nosotros y no hizo como el capitán del “Costa Concordia”.
Con este marco, Puyol B., Carlos (2015) dice: “Dios no es el responsable de todo lo que ocurre en este mundo, pero interviene con frecuencia para paliar, mitigar o impedir las consecuencias del mal gobierno de los hombres: esto es la providencia” (“Meditaciones Matinales”, 10 de enero).
Dado lo anterior y mientras escribíamos este artículo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en su gira por China, dijo que los chinos se habían convertido en “los salvadores del mundo”. A nuestro entender, el mandatario no trajo el “dinero fresco” esperado y por los resultados de dicha visita, pasará tiempo para que “salven” a nuestro país o al planeta.
Cuando el profeta Isaías escribió: “Yo, Yo soy el Eterno, y fuera de mí, no hay quien salve”; nos indicó quien es nuestro Único Salvador. Esa es una facultad intransmisible; nadie puede tomarse u otorgar esa atribución.
Con toda Autoridad, Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí (Juan 14: 6); el doctor Lucas señaló: “En ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:13); el apóstol Pablo mencionó: “Porque Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no atribuyendo a los hombres sus pecados…” (2ª Corintios 5:19).
En ese sentido, White, Elena comentó: “No hay sino un Mediador entre Dios y el hombre… Tan sólo Cristo es el camino, la verdad, la vida; y el hombre puede ser justificado sólo mediante la imputación de la justicia de Cristo” (“A fin de conocerle”, 17 de marzo).
Es lastimero, que estemos más dispuestos a buscar soluciones materiales y espirituales, de nuestros problemas, primariamente, entre otros humanos. Y, si estudiamos bien la Biblia, no se menciona ningún santo como mediador, entre Dios y el hombre; porque Dios nos recalca: “Yo Soy”: “El eterno” (Génesis 15:7); “Todopoderoso” (17:1); “tu Sanador” (Éxodo 15:26).
Por ello, ningún humano nos puede llevar al trono de la gracia o al cielo; sea del Antiguo, del Nuevo Testamento, o de nuestra época; porque Jesús es el Único medio para llegar a su Padre.
Debemos aceptar: Que ayer, hoy y siempre, Jesús ha sido: “el camino”, “el pan de vida”, “el agua viva”, “la Luz del mundo”, “el perdonador” y/o el “Salvador”.
Si aceptamos la comparación anteriormente expuesta: ¿Quién es nuestro Timonel? ¿A quién le estamos llevando nuestras necesidades, enfermedades, problemas y vida? ¿Cuántos “Timoneles” se necesitan en este planeta? ¿Haremos caso al “timón” (a la Biblia) para que dirija nuestro ser?
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