Primera falsedad. Que el Padre Macario Yépez hizo levantar el monumento a la Cruz Salvadora. El General Gumersindo Giménez, testigo presencial, escribió que fueron el Padre Raldíriz y José Manuel Otero quienes lo hicieron. En su consagración habló Macario Yépez.
Segunda falsedad. La construcción de esta cruz a finales de 1855 y la visita de la virgen el 14 de enero de 1856, fueron actos distintos. La multitud recibió en Tierra Blanca a la Divina Pastora pero Giménez nada dice de que Yépez se haya ofrecido como última víctima del cólera.
Tercera falsedad. La visita de la virgen fue organizada por el señor Antonio J. Peraza con licencia de las autoridades. No fue el Padre Yépez quien la trajo.
Cuarta falsedad. Un mito popular es el de los cajones donde habrían llegado las imágenes a destinos equivocados: el de la Divina Pastora a Santa Rosa, el de la Inmaculada a Barquisimeto. Pero eso era lo correcto: el de la última a su parroquia; el primero a Santa Rosa para la evangelización de los gayones.
Quinta falsedad. Procesión de dos, tres o cuatro millones de feligreses. Nada más exagerado. Ni cubriendo el espacio desde Santa Rosa a la Catedral se reuniría tan descomunal masa humana. Para ser cierto, tendría que estar presente toda la población del Estado Lara y una masa igual de visitantes cuya movilización, alimentación, asistencia sanitaria y hospedaje colapsaría la ciudad y sus alrededores.
Sexta falsedad. La Divina Pastora no es la patrona del pueblo de Santa Rosa, ni de Barquisimeto (lo es la Inmaculada Concepción), ni del Estado Lara que en cada lugar tiene una o uno en particular.
II
Primera certeza. La imagen surgió en Sevilla cuando el Padre Isidoro, la exhibió por las calles el 8 de septiembre de 1703 con la inmediata veneración de los católicos sevillanos.
Segunda certeza. Por 1706, el Padre Marcelino de San Vicente la trajo a Venezuela según lo investigó el recordado Padre Renzo Begni.
Tercera certeza. Antes de 1746, la virgen se encontraba en Santa Rosa según documento citado por el Padre Pablo Fidel González en “Fe y Acción” del 14 de enero de 1991: en septiembre de ese año el visitador Carlos Herrera, delegado del Obispo, encontró en la iglesia de dicho pueblo un “altar de la efigie de N. S. de la Pastora con su Niño, respaldo de angaripala y cielos de raso viejo, hilo de tafetán blanco y azul”
Cuarta certeza. Esta procesión es una de las más concurridas del mundo católico. La procesión crece e impresiona cómo los asistentes la manifiestan con actos de sacrificios en la larga jornada del 14 de enero.
Quinta certeza. Centenares de testimonios verbales justifican la presencia de quienes dicen haber recibido alguna sanación física o espiritual, mejoramiento económico, empleo o diversos otros beneficios.
Sexta certeza. No es muy antigua la costumbre de “retratarse con la virgen” por parte de celebridades mayores o menores, artistas, gobernantes, políticos con aspiraciones o en decadencia, demagogos de todo tipo quienes aprovechan la ocasión para manifestar en los medios su profunda “devoción” por la “excelsa patrona” ¡y no se ruborizan!
Antes de 1930 la visita era poco publicitada y los periódicos apenas la reseñaban.