El papa Francisco el domingo bautizó a 33 bebés en la Capilla Sixtina como parte de una tradición anual y reiteró su invitación a las madres a darles el pecho si tenían hambre y lloraban.
Francisco dijo el nombre de cada bebé y vertió agua de una copa dorada con forma de concha sobre su frente, al introducirlo en la fe. Mientras unos se retorcían los brazos de sus madres, otros dormían plácidamente. Los 13 varones y 20 niñas, incluido un par de gemelos, eran hijos de empleados de la Santa Sede.
Durante su homilía, el pontífice comparó la palabra de Dios con un «alimento nutricio» que ayuda a crecer bien. Aprovechó la oportunidad para decir a las madres, «den leche a sus hijos» y reiteró la invitación explícita que les hizo en la misma ocasión el año pasado, «si están llorando de hambre, amamántenlos».
Apartándose del texto escrito, Francisco exhortó a padres y padrinos a dar un buen ejemplo con la lectura diaria del Evangelio. «Lévenlo en el bolsillo o en una cartera. Será un ejemplo para que el niño lea la palabra de Dios», dijo.
Por primera vez en su pontificado, Francisco celebró la misa de espalda a los fieles, de acuerdo con el rito anterior a las reformas modernizadoras del Concilio Vaticano II en los 60.
No pareció ser una declaración teológica del Papa, que ha dicho que no es partidario de la misa latina preconciliar, sino más bien por tratarse de la Capilla Sixtina, donde el sacerdote tradicionalmente oficia de espaldas a la congregación.
La ceremonia anual, que pone fin a la temporada navideña, se realiza el primer domingo después del 6 de enero, la fiesta de Reyes.