Iluminación

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Raúl estaba atento al movimiento de la larga cola y por ello no se percató del sonido extraño que surgió a mitad de la calle. Nadie podía imaginar que entre tanta gente un motorizado se atreviera a secuestrar a una niña de tres años, arrebatándola de las manos de su madre, en mitad de la calle, entre el tumulto de cientos de personas que por horas aguardaba en los alrededores del negocio chino para comprar una bolsa de jabón.

El grito de Lirio fue instantáneo y visceral, produjo de inmediato un arremolinamiento que entre pedidos de socorro y exclamaciones de sorpresa sacudió emocionalmente a los centenares de personas allí congregadas.

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Raúl estaba cerca pero solamente percibió las turbulencias humanas sin saber a qué obedecían, imaginó que eran las frecuentes peleas que se originan en las colas producto del desespero por comprar leche, harina, jabón o cualquier otro producto de primera necesidad. Pero de pronto una dama, a su lado, le hizo mirar hacia una esquina donde el motorizado con la niña en sus brazos intentaba atravesar la aglomeración, diciendo que la muchachita lloraba porque de pronto se había enfermado y por ello necesitaba le dieran paso para llevarla a una emergencia médica.

Raúl al ver la escena sintió que alfileres y cuchillos entraban a su piel, por un momento quedó paralizado y en trance de pánico, la dama a su lado le tomó de la mano y prácticamente le arrastró corriendo hasta donde estaba el motorizado. Este apoyo le dio un gran valor y en segundos llegó donde el secuestrador y con fuerza, determinación y fiereza, le arrebató a la niña mientras gritaba: Dame acá a Lucero, a mi hija no te la llevas para ninguna parte.

Al enterarse de lo que en verdad acontecía la gente sometió al motorizado y lo entregó a la policía. Por su parte Raúl envuelto en lágrimas fue donde Lirio, sentada en la acera llorando desesperada y le entregó a la niña exclamando: Dios, fue un milagro de Dios que pude rescatar a tiempo a nuestra hija de manos de ese tipo que la había secuestrado.

Raúl y Lirio son una pareja que con éxito económico se dedica al negocio de la fabricación de comidas y artesanías utilitarias. Ellos siempre han pensado que les va bien gracias a su inmensa fe en el Todopoderoso, pertenecen a una iglesia cristiana de las que no se identifican con la devoción a la Virgen María.

Ese día abandonaron la cola y fueron de inmediato a su templo a dar gracias a Dios por el milagro de haber rescatado a tiempo a Lucero de su secuestrador. Estando en oración Raúl se puso blanco como un papel y comenzó a temblar como si una repentina ola de frio le recorriera sus huesos. A su lado un amigo estaba mostrando una foto de la imagen de la Virgen María bajo la advocación de la Divina Pastora, indicando que faltaban apenas horas para que los católicos salieran a pasear a su “muñeca”.

Raúl pasó de la palidez al llanto, al mismo tiempo que miraba a lo alto y pedía perdón. Raúl reconoció la cara de la dama que le había permitido recuperar a Lucero, esa dama que apareció de la nada y luego desapareció misteriosamente como una iluminación divina. Raúl, Lirio y Lucero también estarán en la procesión este 14 de enero.
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