Un sismo de magnitud 7,0 comenzó justo antes de las 5 p.m. el 12 de enero de 2010 en el sur de Haití y destruyó más de 300.000 construcciones en la densamente poblada ciudad de Puerto Príncipe y comunidades circundantes.
El gobierno de Haití informó que fallecieron 316.000 personas, aunque otros cálculos dan cifras menores. Era imposible hacer un conteo exacto, dada la extensa devastación. Muchos funcionarios y policías haitianos murieron en el sismo, y el gobierno quedó paralizado. Naciones Unidas, que tiene soldados de paz en el país desde 2004, perdió 102 miembros de su personal en el desastre, la mayor pérdida en su historia en un solo incidente. Tras el terremoto, más de 1,5 millones de haitianos estaban viviendo en campamentos hacinados, muchas veces protegidos apenas por lonas de plástico.
LA RECUPERACIÓN
El enviado especial de la ONU para Haití dijo que más de 12.400 millones de dólares en ayuda fueron prometidos por más de 50 países y agencias internacionales, y al menos 80% de eso ya fue erogado. Los fondos han sido canalizados en su mayoría a través de contratistas y grupos humanitarios en lugar de directamente al gobierno haitiano. Estados Unidos, el donador más grande, se ha enfocado en reconstruir la infraestructura y mejorar el sistema de salud y la economía, con la esperanza de mejorar las condiciones que vuelven a Haití particularmente vulnerable al desastre. Venezuela, otro importante donador, también financió numerosos proyectos de infraestructura. Las villas miseria y campamentos de tiendas de campaña gradualmente han disminuido mientras las personas regresan a casas viejas o encuentran nuevas, muchas veces con rentas subsidiadas provistas por donadores internacionales. Algunos dueños de tierras y agencias públicas han echado a gente a la fuerza.
EL FUTURO
Todavía hay unas 80.000 personas en campamentos y el gobierno prevé que se habrán ido para finales de este año. Hay pocas señales visibles del sismo en sí y la mayoría de los edificios dañados ya fueron demolidos. Partes de la capital tienen gran cantidad de nuevas construcciones y cientos de escuelas han sido reconstruidas. Pero Haití sigue siendo una nación profundamente pobre, con una tasa de desempleo oficial de casi 40% y el Banco Mundial calcula que más de 6 millones de los 10,4 millones de habitantes viven bajo la línea nacional de pobreza de 2,44 dólares por día.
FALTA MUCHO POR HACER
cinco años del violento terremoto de magnitud 7,0 que asoló a Haití, el papa Francisco señaló el sábado que se ha hecho mucho por reconstruir el país, pero subrayó que «no podemos ignorar el hecho de que queda mucho por hacer», dijo al recibir en audiencia a los participantes en una reunión organizada por el Vaticano para la reconstrucción del país.
El sismo del 12 de enero de 2010, que tuvo el epicentro cerca de la capital, Puerto Príncipe, y provocó más de 200.000 muertos y afectó a unas tres millones de personas, destruyó gran parte de la infraestructura del país y todos los hospitales de la isla.
«No hay verdadera reconstrucción sin reconstrucción de la persona a plenitud. Ello supone que cada persona en Haití tenga lo necesario desde el punto de vista material, pero también que al mismo tiempo pueda vivir su libertad, sus responsabilidades y su vida religiosa y espiritual», dijo el papa.
El pontífice expresó su gratitud «a todos los que de numerosas formas acudieron en ayuda del pueblo haitiano» tras el sismo.
La conferencia, que tuvo como tema «La comunión de la Iglesia: memoria y esperanza para Haití a cinco años del terremoto», se efectuó en el Vaticano «por el deseo del pontífice de mantener viva la atención sobre un país que aún sufre las consecuencias de la catástrofe y para reiterar la cercanía de la Iglesia con el pueblo haitiano en esta fase de reconstrucción».
La reunión fue organizada por el Pontificio Consejo «Cor Unum», la Pontificia Comisión para América Latina y los obispos de Haití.
El pontífice, además, nombró al arzobispo Eugene Martin Nugent nuncio papal en Haití. Nugent fue el enviado de la Iglesia en Madagascar, Mauricio y las islas Seychelles, así como delegado apostólico en las cercanas islas Comoros.