Ayer dejó de existir en esta ciudad Elides J. Rojas, un personaje que hizo del periodismo un verdadero apostolado.
Había nacido en Lagunillas, estado Mérida, hace más de 80 años, pero decidió venirse a Barquisimeto y ejercer una profesión que lo acompañó el resto de su vida y a la cual aportó uno de sus hijos, Elides J. Rojas L., quien se desempeña como videpresidente del diario El Universal, en la capital de la República.
Reseñar paso a paso la actividad periodística de Elides llenaría muchas cuartillas y resumiendo, como él mismo le enseñara a muchos de sus alumnos, podríamos comenzar admirando su trabajo como corresponsal de El Nacional por más de 40 años, una labor donde se requiere unas condiciones excepcionales porque tiene y debe manejar casi todo lo que tiene que ver con lo que necesita el lector para estar bien informado.
En esa actividad Elides J. era un verdadero maestro, especialmente en el deporte, una de sus grandes pasiones. Recordaba en la corresponsalía, en las charlas vespertinas con otros corresponsales, su paso por la narración de eventos deportivos en Mérida, concretamente de fútbol, aunque con su llegada a la capital larense participó como narrador y comentarista del beisbol profesional en el circuito de transmisiones del Cardenales de Lara, junto a su inseparable compañero de aventuras periodísticas Rodrigo Orellana.
Con Rodrigo Orellana fundó Cita con el Deporte, que se transmitió durate muchos años por Radio Universo. A pesar de ser muy amigos, entre ellos existía cierta rivalidad informativa: Rodrigo era corresponsal de El Universal y se cuidaban uno del otro de un “tubazo”, es decir, de tener una información convertida en exclusiva por el propio corresponsal.
A través de los años como corresponsal en Lara, Elides J. fue un hombre que creció al ritmo de la ciudad. Creo que en vida sólo tuvo dos vehículos, entre ellos un carrito Hillman que todo Barquisimeto conocía y respetaba. Cubrió con eficiencia la mayoría de los sucesos que conmocionaron a la vieja capital. Sin quererlo, fue corresponsal de guerra en la época de la subversión y fueron muchas las crónicas suyas que sirven hoy para analizar históricamente lo ocurrido en las montañas del Estado Lara.
Elides nunca perdió su acento andino para asumir el “cantadito” de los guaros. Se sentía un barquisimetano más y no olvidaba a Mérida, como la tierra que un día le vio nacer. Era alegre, bailador y de muy buen humor, siempre dispuesto a compartir con los que comenzamos –y en eso me incluyo- a transitar por los caminos de la noticia.
Aquí levantó una familia que fue su orgullo y razón de vida. Elides, Lino, Mireya, que recibe un legado de sabiduría y honestidad a toda prueba.
EL IMPULSO, diario al cual estuvo siempre ligado, presenta hoy su palabra de pesar por la muerte física del gran periodista, especialmente con el colega Elides J. Rojas López y demás familiares y amigos. Que la tierra que amó le sea leve.