Artur García (Lotería del Táchira), en plena avenida Séptima de San Cristóbal, frente a la estatua ecuestre de Simón Bolívar encontró un pasillo, un zanjón, una vereda de libre tránsito que lo llevó al liderato y la gloria al convertirse en el vencedor de la primera porción de la 50 edición de la Vuelta al Táchira, un circuito de 102,9 kilómetros, en los que empleó un tiempo oficial de dos horas, 27 minutos y 50 segundos, con elevado promedio de 41,673 kilómetros por hora.
García, de grandes dotes para los remates masivos, especialmente los cortos, como el de la primera fracción de la prueba tachirense, vio como Miguel Ubeto, otro de los excelsos rematadores del país, en el primer gran tirón del embalaje final se llevó el lote hacia la parte izquierda del callejón final, condición que dejó la puerta franca para que el lotero se lanzara por la derecha en busca de la presa final, como en efecto lo hizo, mientras que Ubeto, un tanto rabioso quedó relegado a la segunda posición y el cierre del cuadro de premiación con el italiano Elia Favilli, quien se enfrascó inicialmente en el duelo con Ubeto hasta verse, ambos, sorprendidos por el accionar de García.
El primer líder de la prueba tachirense, que definitivamente arrancó sin escuadras colombianas y 135 ciclistas ante el retiro a última hora de cinco inscritos, se afianzó en el cuadro general individual con los diez segundos de beneficio por ser el ganador de la etapa, porque hasta el momento de la gran acción, el líder de la contienda era Nelson Camargo, quien había obtenido segundos a su favor al conseguir la victoria en uno de los sprints de tiempo, mientras que el yaracuyano Pedro Sequera reunía cinco puntos a su cuenta (un primero y un tercero) para convertirse en el cabeza de grupo de la modalidad de los sprints. García igualmente agrega parcialmente a las cuentas loteras la clasificación de la regularidad.
Estira, encoge
Luego de la ceremonia protocolar frente al Parque Murachí, donde se dio la largada de la primera etapa en 1966, toda la caravana en forma controlada tomó camino hasta la Plaza Bolívar y allí se dio el banderazo inicial en forma conjunta por parte del viceministro de deportes, Alejandro Terán y Artemio Leonett, presidente de la Federación de Ciclismo.
De inmediato, el ritmo de carrera, unas veces llevado el pelotón por la brisa y el aroma de la montaña tachirense y otras oreado por el brillante sol que bañaba las avenidas Quinta y Séptima de la capital tachirense, las cuales sintieron también la presencia de miles de aficionados durante las dos horas y media de competencia.
En las acciones netas, el italiano Emanuele Sella, virtuoso en la media montaña con el Androni Venezuela, al rebasar primero la meta en la fracción inicial, comenzó a honrar la carrera.
Había en ese momento un pelotón replegado en todo lo ancho de la vía que, cuando se estiraba se alargaba hasta una cuadra, es decir, al momento de los esprints bonificables en las vueltas dos y cuatro de las siete contempladas de 14 kilómetros cada una, ganados por Nelson Camargo y Fernando Briceño, respectivamente. Igual condición para los otros esprints, los que otorgan únicamente puntos, llevados a la cuenta personal de Ángel Rivas y Pedro Sequera.
Sobre el final, la sexta vuelta las acciones mermaron y se marcó el guarismo más elevado con 21:26, pero era solamente el preparar los arrestos para el envión final con los resultados ya conocidos con un primer rey, Artur García, quien tiene dudas en su memoria sobre los triunfos parciales obtenidos en la prueba tachirense.
La segunda porción tiene salida en Peribeca y final en Santa Bárbara de Barinas, 176 kilómetros de recorrido con banquete para los pasistas consumados y disputa de cuatro emociones intermedias.