“Todo terreno” se califica Ligia Damilano, quien adelanta el libre ejercicio como abogada, pero los fines de semana dicta talleres o cursos sobre tallado de frutas en su casa de Barrio Nuevo, al Oeste de Barquisimeto.
El apellido italiano proviene de su padre, quien se casó con una andina, vivían en San Felipe y se vinieron a Barquisimeto cuando Ligia tenía dos años. Hoy tiene en su casa el centro de formación culinaria Damilano Arte Gourmet, pero antes de llegar a este negocio, desde el año ‘92 pasó por distintos intentos, al tiempo que atendía el hogar y a los tres hijos, quienes quedaron con ella después del divorcio.
Su mamá era demostradora de hogar, impartía clases de repostería y tallado de madera, lo que se convirtió en las primeras luces que obtuvo para lo que haría más adelante.
“Mi mamá me permitía la entrada a la cocina y yo ayudaba en la elaboración
de las hallacas y del pan de jamón. Creo que eso me permitió asimilar la sazón de la comida andina, pero después tomé la máquina de coser a los 15 años de edad, adquirí experiencia y desde 1992 al 2005 estuve al frente de una empresa
de diseño de uniformes y ropa femenina”.
Cachapas con todo
De un lado a otro iba Ligia. Mientras sostenía su empresa de corte y costura se le ocurrió tener su primer negocio de comida.
“Una parte de mi casa fue rediseñada para montar una venta de cachapas, El Maizal del Oeste, exquisitas decía la gente. Las vendía con todo, pero también vendía desayunos, almuerzos. Una de las cachapas famosas fue La Bomba, esa llevaba de todo. Me mantuve con este negocio del 2000 al 2005, pero tiré la toalla por la inseguridad,
ya que varias veces fuimos víctimas del hampa”.
Las ganas de hacer las cosas la ha llevado a moverse hasta en tres direcciones, única manera de explicar su afán por estudiar una carrera universitaria. “Yo llegué hasta el octavo semestre nocturno de contaduría en la UCLA, pero cuando me casé vinieron los hijos, tres en total. Cinco años después traté de culminar los estudios, pero me aplicaron un veto y pretendían que comenzara de nuevo la carrera, y aunque me frustró por un tiempo no permití una caída absoluta de mi vida”.
Ha hecho de todo: vender ropa, zapatos, bisutería, ha organizado desfiles de moda, diseñado trajes de novia y para caballeros.
En 2006 lo intentó con una empresa de catering para brindar servicios de comida y bebidas en eventos sociales, así como jornadas empresariales donde requieren de bocadillos, juegos y café. En eso se mueve aún, porque no es un trabajo diario, mantiene los contactos y le ha funcionado.
Al año siguiente se acercó a Pandock, empresa distribuidora de insumos para panaderías, donde hizo sus primeros cursos de repostería, pastelería, pasapalos y postres, porque eso le iba a incrementar los servicios que puede
ofrecer con su empresa.
El tallado de frutas
En ese año 2007 se gradúa de chef internacional en el instituto Asochef, de Barquisimeto, lo cual le permite mirar hacia otro camino, como es la enseñanza. Sin embargo ocurre un encuentro muy importante: “Un amigo chef italiano llegó
a Barquisimeto con una tailandesa y con ellos compartí durante tres años las experiencias de la comida oriental, la italiana y la venezolana, algo enriquecedor para los tres, pero en mí dejó una huella muy positiva porque con ella aprendí el tallado en frutas. Esta modalidad es muy desarrollada en países europeos y asiáticos”.
Las frutas venezolanas también encantaron a la chef tailandesa y al amigo italiano. “Además de irse encantados con la ricura de nuestras frutas, aprendimos a preparar los llamados coulis y mermeladas, útiles para combinar con sabores
de postres internacionales. Me quedó el aprendizaje de la cocina tailandesa. Esto me resultó tan útil que desde hace varios años imparto cursos de tallado de frutas y vegetales, a nivel nacional, en varias escuelas de gastronomía y hasta clases particulares para quien lo requiera”.
Ligia se quedó como una de las profesoras de Asochef, donde ha contado con la oportunidad
de enseñar a otras personas, algo que le agrada.
Dos fines de semana al mes desarrolla en su casa el curso de cocina y enseña el tallado de frutas, una actividad que no está del todo arraigada en el país, ya que requiere importantes inversiones para conseguir las frutas que estén en óptimas condiciones, como el de la firmeza, para soportar los cortes a los cuales deben ser sometidas.
Aprender para enseñar
En años recientes Ligia no ha parado de aprender: “Asistí a talleres de protocolo y organización de eventos, aprendí la elaboración de estructuras en caramelo con el chef pastelero Ramón Barroeta, en Caracas, con quien comparto sus talleres y decoraciones. Con el chef Andrés Eloy Landaeta, en Caracas, hemos impartido talleres de chocolatería
y bombonería artesanal”.
Ligia mantiene un permanente contacto con otros profesionales del mundo de los eventos a través de su empresa de catering, ya que debe contratar meseros/as para la atención de personas, elaboración de bebidas. Las agencias de
festejos tienen en ella a una persona muy activa, no obstante las limitaciones propias de la actual situación del país.
Ha superado problemas de salud y es profunda devota de la Divina Pastora. “Te aseguro que me ha hecho milagros, ella me brinda fortaleza, no desmayo y también agradezco a Dios. En mi primer embarazo sufrí lo que se llama culebrilla
y se temía que eso afectara al feto. Le prometí cortarme el cabello, porque tenía una frondosa cabellera. Mi hija nació sanita. En mi segundo embarazo tuve un tropiezo muy serio en una escalera: padecía un dolor muy fuerte en un tobillo
y me quedé toda la madrugada en la sala de mi casa orando, pidiendo a la virgen que me sanara.
Me dormí y al día siguiente estaba sana. Mi tercera hija nació con un problema de desviación del tabique nasal y a los seis meses empeoró, pero oré y le pedí la sanación a la Divina Pastora y de un día para otro la niña comenzó a respirar
normal y no hubo necesidad de una intervención quirúrgica. Muchos no se explican cómo pasó esto, pero lo atribuyo a un milagro de la virgen, de la Pastora”.
Recuerda que una noche después de recoger la ropa que había tendido en el patio de la casa, conversaba con unos amigos y de pronto se reflejó en la pared una sombra, era una figura como la de la Divina Pastora. Revisaron y la sombra la proyectaba una franela, pero lo asombroso fue ver la sombra con dicha figura.
Cocina molecular
La incansable mujer ahora indaga y se adentra en el mundo de la cocina molecular. “Esto es muy interesante, porque uno descubre que hay tantos productos naturales útiles para desarrollar esta cocina especial. Difícil de creer, pero de un melón se puede hacer un tipo de caviar, lo prueba y sabe a caviar. Lo que debemos hacer es aprender la elaboración. Podemos hacer gelatinas provenientes del cocuy de penca, fideos de Flor de Jamaica. No es una exageración”.
Una definición de gastronomía molecular la conseguimos en Wikipedia: “La gastronomía molecular es la aplicación de los principios científicos a la comprensión y desarrollo de la preparación de las cocinas domésticas. Esta tiene relación con el estudio y análisis de las propiedades físico-químicas de los alimentos y los procesos tecnológicos a los que éstos se someten, como son el batido, la gelificación y el aumento de la viscosidad, por mencionar sólo algunos. Todo ello dependerá de los ingredientes que se seleccionen, las mezclas que se hagan entre ellos y las técnicas que se apliquen. Los alimentos son compuestos orgánicos (proteínas, hidratos de carbono, lípidos y vitaminas) y minerales, que cuando son sometidos a procesamiento son capaces de manifestar sus propiedades, transformándose en espumas, emulsiones, geles u otras estructuras que pueden ser infinitas en gastronomía, dado que en ella se está continuamente innovando”.
Con su lema de que no hay piedras en el camino que puedan ser obstáculos, Ligia Damilano profundizará en esto de la cocina molecular, continuará ejerciendo el derecho en una oficina de abogados ubicada en el centro de la ciudad. Los
fines de semana estará disponible para dictar cursos, asistir como jurado en promociones de escuelas de cocina en Caracas, en Valencia, bien sea en la evaluación de comida nacional e internacional, así como lo hizo en 2012 en la UPEL de Barquisimeto, junto al prestigioso chef Vimer Amaya.
Conocedora del tema, entre 2011 y 2013 realizó una labor social que la llenó cuando en la Oficina Municipal de Protección a la Mujer, en la casa Eustoquio Gómez, participó como ponente y asesora en la Ley Orgánica del Derecho a la Mujer a una Vida Libre de Violencia.