El inicio de un nuevo año debería colocar en la mesa de nuestro ánimo al optimismo, dejando a un lado, al menos momentáneamente, el desconcierto y la desazón que nos acompañó durante el ciclo anual que recién expira. Nuestra voluntad es así, el único refugio capaz de albergar nuestro deseo de seguir resistiendo los embates de esta tormenta que durante más de 3 lustros ha empapado de deterioro al país.
El hartazgo por esta “revolución”, delirio altisonante, ambición desbocada de control y absolutismo tropical, se nota en las miradas, en el cansancio y molestia de quienes pasan sus días en colas, en esa cotidiana lucha contra la escasez y la miseria de una hiperinflación creada por la vocación oficial al fracaso económico, a la ruina de todo aquello que produzca.
El país es una inercia silente que avanza sostenido en las reservas espirituales de quienes se niegan a ser súbditos de una vocación autoritaria fanatizada en el delirio “socialista”, pero que ven con decepción como los intereses y apetitos acomodaticios en las filas de algunos de quienes se oponen a este gobierno, exhiben pactos y acuerdos para rasguñar “cargos” y puestos simbólicos y cómplices en un cuadro de poderes públicos al servicio de la élite militar-partidista en el poder.
La economía seguirá deteriorándose en 2015, pero está claro que eso al presidente Nicolás Maduro es lo que menos le importa. El próximo año, la clara intención de suprimir los vestigios de la empresa privada que ha adelantado el gobierno estos años continuará, no obstante, en un escenario fiscal y petrolero que le impedirá mantener un desordenado gasto público, ineficiente por la ausencia de responsabilidad y estrategia, y mermado por una corrupción hecha ya marca distintiva de la “revolución”.
El mundo seguirá girando, con sociedades que dan señales de avance, de superación de conflictos, de búsqueda concertada de soluciones, aunque persistan focos y amenazas que hacen frágil aun la paz o convivencia como posibilidades concretas. Por ello, continuar el aislamiento a que nos ha sometido la actual administración, y su política de radicalismo obcecado, solo nos deja en evidencia ante el globo como un caso extraño y peculiar de atraso y ausencia de sensatez.
En este tránsito hacia el cambio como anhelo colectivo, nos aferramos a la reserva moral, intelectual, humana y afectiva de cada niño, estudiante, atleta, profesional, maestro, profesor, médico, enfermera, bombero, policía, madre, padre, trabajadores todos, emprendedores que apuestan al futuro, militantes de la dignidad, de la verdad y la libertad como valores supremos y sagrados, para quienes Venezuela no es un botín o una excusa para la confrontación y el odio, sino una casa, un hogar, nuestro hogar.
Adiós 2014. Bienvenido 2015. Salud, fortaleza y bendiciones para Uds. amigos lectores.
@alexeiguerra