Es el chamo del momento, líder jonronero de la Liga Venezolana de Béisbol, toletero por naturaleza y dueño de la esquina caliente. Es la más reciente adquisición de los Cardenales de Lara, habilidoso con el madero, ágil, preciso y paciente con los picheos. Es digno de admiración dentro del terreno de juego y uno de los favoritos de la fanaticada crepuscular, pero más allá del campo, Carlos Rivero tiene una vida privilegiada, una esposa de revista y unas niñas soñadas, mucha salud, una sonrisa tímida y un sinfín de historias que contar
Fue de esos que, siendo apenas un adolescente, descubrió su verdadera pasión. A los 14 años ya la decisión estaba tomada, los estudios pasarían a un segundo plano y el bate se convertiría en una extensión de su cuerpo. A partir de ese momento su vida cambió, comenzó una lucha incansable por superarse a sí mismo, aquel diamante en bruto empezó a pulirse, sus habilidades y destrezas eran cada vez más notables, el futuro se fue haciendo prometedor y fueron apareciendo los frutos del esfuerzo.
Dentro del diamante parece un soldadito de batalla, regio, seguro de sí mismo, impecablemente uniformado y siempre dispuesto a dar el todo por el todo. Fuera de él, la seriedad de su rostro se va suavizando, pues sabe que en casa lo espera una familia de cuentos de hadas. En el rostro de Milexa, su esposa se hace evidente la admiración que siente por su amado, mientars que Bárbara y Carla, unas morochitas risueñas, chiquititas y hablachentas, lo ven como quien mira al mejor héroe de todos los tiempos.
Y así, entre las emociones del juego y la paz del hogar, Carlos Rivero se ha convertido en un ejemplo a seguir dentro de la liga criolla de béisbol, un padre cariñoso y a tiempo completo, buen hijo, excelente esposo y gran compañero, un guaro con talento de exportación que bien ha sabido enaltecer el tricolor nacional en la gran carpa, demostrándole al mundo entero que Venezuela es, y seguirá siendo, tierra de gracia en cuyas calles se juegan, sienten y viven esas caimaneras entre panas de las que nacen los más increíbles talentos.
Un na´guará pal Tsunami
Nació en Barquisimeto, nuestra capital musical, una de las ciudades que más peloteros profesionales ha formado y la casa del pepito por excelencia. En términos generales, es infielder por naturaleza y aunque se defiende con garra en cualquiera de sus almohadillas, nadie se luce como él en la tercera base, pues sin duda alguna es uno de los mejores antesalistas que ha tenido el equipo del Antonio Herrera Gutiérrez.
Pero resulta que antes de convertirse en quien hoy es, hubo una historia, y es que este toletero que hoy tiene 26 años, supo desde que era un chamo a qué se dedicaría por el resto de su vida. “Desde chiquito jugué en pequeñas ligasl, hasta que un buen día, motivado por la admiración que me inspiraba mi hermano que ya estaba entrenando para firmar, llegué a la academia de Fundalara de José Luis Montero, quien me vio, me puso a correr y me animó para hacerlo de manera formal”.
A partir de ese día supo que sería grande entre los grandes, su confianza en sí mismo se sentía a leguas y su determinación era tal, que logró convencer a su mamá de que le permitiera alejarse 2 años de los estudios para prepararse como beisbolista, si lo hacía bien su sueño se cumpliría con la bendición de su familia, pero de lo contrario debía retornar a las aulas de clases sin chistar.
Pasó el tiempo y las cosas se fueron dando, sus días transcurrían entre el terreno de juego, el gimnasio y el polideportivo, sus piernas se fueron fortaleciendo y su bate se hizo poderoso, hasta que hoy, poco más de una década después, los expertos en béisbol lo definen como un bateador versátil que ha desarrollado poder y se ha acostumbrado a ligar en situaciones de presión, capaz de asumir el liderazgo de un equipo en términos de ofensiva. Un jugador que ha madurado en la selección de los picheos y que, a pesar de que aún no se ha consolidado en las mayores, en Venezuela ya es una referencia.
El 31 de los Rivero
¿Qué deseas para el 2015?
Mucha salud y tener una buena temporada como pelotero
Del plato típico navideño, ¿qué es lo que más te gusta?
El pan de jamón, aunque le saco las pasas y las aceitunas (risas)
¿Cuál es tu parte favorita de Diciembre?
Estar con mi mamá y compartir con mi familia que vive en otras ciudades y que no puedo ver durante el año
¿Con qué pinta recibes el año nuevo?
Ni me “enfluso” ni estreno, pero me visto adecuadamente para recibirlo, con una buena camisa por ejemplo
Y ¿dónde lo recibes?
Cada año nos reunimos en una casa diferente, recibo el año nuevo ahí con mi mamá y mi familia, luego cuando mis hijas se duermen salgo con mi esposa a rumbear (risas)
¿Tienes algún ritual de fin de año?
Tengo unos dolaritos en el bolsillo, los comparto con mi esposa, acompaño a mi tía que siempre lleva una maleta gigante, me como 12 uvas y pido 12 deseos
¿Qué no te puede faltar el 31 de Diciembre?
Mi mamá a un lado
¿Cómo es tu “Feliz Año”?
Abrazo a mis seres queridos, recibo y doy buenos deseos y hasta se me salen algunas lágrimas
“Empecé jugando fútbol, después intenté con el básquet e, incluso, me metieron en kárate, pero ninguno de esos deportes me hizo sentir tanta pasión y adrenalina como el béisbol”
“Mi papá juagaba béisbol y, aunque murió cuando yo tenía 10 años, su recuerdo fue una de las cosas que me motivó a seguir sus pasos. Él me llevaba para el estadio y vivía lanzándome pelotas”
“Carlos es un esposo maravilloso y un padre ejemplar, cariñoso, dulce con las niñas y todo un caballero conmigo. hermoso por dentro y por fuera” Milexa de Rivero
