Han pasado más de dos mil años desde que Jesús de Nazaret dijo que su Reino no es de este Mundo y todavía muchos no lo han entendido y en su nombre han iniciado guerras, confrontaciones religiosas, revoluciones y cualquier tipo de conflicto humano interpretando cada quien sus palabras y sus metáforas.
No obstante estas atrocidades cometidas bajo el pretexto de aplicar sus enseñanzas, el mensaje de Jesús continua ganando seguidores al punto que más de una tercera parte de los habitantes del planeta somos cristianos. Y confiamos en su palabra de salvación sin relacionarlo jamás con los desatinos humanos cometidos en su nombre.
Mi Reino no es de este Mundo. El Templo de Dios es el Hombre. Bienaventurados los pobres, los inocentes, los creyentes, los justos. Cuiden de su alma que Dios cuidara de su alimento. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Con palabras sencillas, con metáforas y ejemplos que pudieran ser entendidos por la gente sencilla de todas las épocas, Jesús abrió la puerta para que pudiéramos entrar a un nivel de conciencia superior, sin que por ello tuviésemos que renunciar a nuestra condición de seres terrenales, por ello lo de Hijo del Hombre, que en nada niega que también sea Hijo de Dios.
El problema puede ser que como seres gregarios no concibamos las relaciones sociales fuera del contexto de las jerarquías y la dominación que de ellas se deriva, por ello no podemos diferenciar los estatus de autoridad que se desprenden de lo moral respecto al liderazgo fundamentado en la fuerza. Y es con base a esta confusión como tantos hombres a través de la Historia se han abrazado a una cruz para justificar sus apetitos de dominio animal sobre sus semejantes.
Las palabras de Jesús con todo y ser sencillas, transparentes y claras, han tenido miles de interpretaciones filosóficas y teologales y sobre estas interpretaciones se han construido manuales de doctrina, catecismos, y una gran variedad de libros que indican el camino de la salvación. Tantas interpretaciones han existido sobre lo que quiso decir Jesús que el Vaticano se reservó en exclusiva para el Papa la interpretación oficial, declarando pecaminosas al resto de ellas.
Pero lo que necesitamos saber, entender y hacer los más de dos mil millones de cristianos en el mundo es que EL quiere que seamos inocentes como niños, generosos como buenos padres, tolerantes como las madres, firmes como los jueces sabios y que todo esto lo hagamos respecto a todos nuestros semejantes, sin ningún tipo de discriminación.
Difícil, muy difícil cumplir sus enseñanzas porque como animales superiores tenemos inscrito en nuestros genes el instinto de la posesión, del dominio y la única manera de neutralizarlo es practicando un desapego nada fácil de lograr porque nuestro ego se aferra al control de los entornos con toda nuestra energía vital.
Podemos buscar lo universal de la enseñanzas de Jesús recorriendo profundidades filosóficas y encontraremos la misma verdad de quienes sencillamente se recogen en oraciones simples y cotidianas cuyo fundamento es la armonía, esa armonía que nosotros los humanos llamamos amor.