La comunidad de El Roble, parte alta de Macuto, se encuentra desesperada por la gran cantidad de hurtos y robos que sufren continuamente sus habitantes en las casas y en la calle y para protestar cerraron este viernes el puente Macuto.
A las siete de la mañana colocaron cauchos viejos y basura y le prendieron fuego, obligando a los conductores de vehículos a detener sus recorridos hacia y desde Barquisimeto.
Mujeres y hombres se mantenían dispuestos a permanecer allí hasta tanto llegara alguien que les prometiera alguna solución.
“El hampa nos tiene azotados. El Roble está tomado por el hampa. No más atracos. Dónde están los policías. Estamos cansados de robos. Queremos seguridad y patrullaje”, se leía en algunas de las pancartas que exhibían.
Freddy Durán, uno de los líderees, explicó que se trataba de una manifestación de toda la comunidad de El Roble y que no eran guarimberos.
Indicó que entre el 24 y el 25 ocurrieron 16 robos en viviendas del sector.
José Luis Castellanos y Marisela Valenzuela se les unieron para afirmar que desde hace un año la situación de inseguridad se agravó y no han visto acción alguna por parte de los organismos correspondientes.
Exigieron un puesto policial y que se hagan patrullajes con el fin de alejar a los delincuentes que han tomado El Roble como centro para sus fechorías.
Otro de los manifestantes, quien prefirió mantener el anonimato, dijo que algunos de los antisociales andan en un Volkswagen blanco y un Fiat palio gris, desde los cuales hacen disparos al aire para amedrentar a los vecinos.
Para tratar de disuadir a los manifestantes llegaron oficiales de la policía que dialogaron con algunos de ellos prometiéndoles soluciones, siempre y cuando levantaran la protesta y se reabriera el paso de los vehículos, lo que no aceptaban pues querían hechos concretos, no promesas.
Mientras persistía el cierre de la vía, quienes venían de El Manzano, Macuto, Río Claro y puntos intermedios, en vehículos del servicio público, debían bajar y cruzar el puente caminando, no así los de unidades particulares que debieron esperar hasta cerca de las doce cuando el paso quedó reabierto, o regresarse a sus lugares de origen.