Muy temprano un grupo de vecinos, mujeres y hombres, del caserío Veragacha, parroquia Santa Rosa, salieron a la autopista Centroccidental con cauchos viejos y restos de árboles con el objeto de reclamar un servicio tan indispensable como el del agua potable.
“Nos cansamos de que sigan mamando el gallo como si fuéramos muchachos, porque vamos a Hidrolara y dicen que es culpa de Corpoelec, pero no nos solucionan el problema de no tener agua para nada”, explicaba Rosangel Grimán mientras mostraba dos CD en los que, supuestamente, tenía grabadas las promesas que les han hecho en Hidrolara.
A las cinco de la mañana, se colocaron en tan importante arteria vial y la cerraron en sentido oeste-este, aunque la dejaron libre por el contrario.
Diana Agüero, del sector Lomas de San Isidro, dijo que, además de ese, están sin agua las familias de Veragacha, Veragacha Centro, La Victoria, El Río, La Capilla y Las Lágrimas.
“No tenemos agua para nada porque no llega por las tuberías, y los cisternas nos venden cada tanque en 500 bolívares, cantidad que nosotros, que somos familias pobres, no podemos pagar”, agregó.
Argenis Noguera, por su parte, explica que el problema está en la estación de rebombeo de El Vidrio.
El agua para Veragacha proviene de un pozo cercano al río, pero al parecer se dañó la bomba y no la han reparado.
Todas esas explicaciones las daban a los oficiales de Tránsito Terrestre, Policía Nacional Bolivariana y Guardia Nacional que acudieron al sitio de la protesta para tratar de convencerlos de retirar los obstáculos y permitir la reanudación del tránsito por tan importante tramo vial.
“Aquí estaremos hasta que venga la gente de Hidrolara y nos de una solución, no palabras, porque ya nos han engañado unas cuantas veces y nada que resuelven”, expresaba una joven que sólo dijo llamarse Cristina.
Cada cierto tiempo rociaban gasolina a los cauchos para avivar las llamas, mientras los uniformados permanecían a la espectativa, evitando alguna violencia.
Mientras tanto, el desplazamiento automotor ocurría con absoluta normalidad hacia Barquisimeto, aunque no faltó algún conductor que pronunciara insultos hacia los participantes en la protesta.
Cerca de las nueve de la mañana se conoció que un ingeniero de la hidrológica larense se trasladaba hacia el lugar, así como al menos un camión cisterna que aliviaría provisionalmente la escasez del líquido vital en el sector.
Con esa información, quien comandaba el grupo de la GN consideró resuelta la situación y ordenó a sus subalternos retirar los cauchos y restos de árboles en llamas para permitir de nuevo el tránsito automotor en sentido oeste-este, lo que ocurrió a las nueve.
“Pero si nos vuelven a engañar en Hidrolara volvemos a trancar la autopista, no importa que sea Navidad, porque ya basta, no somos camellos”, gritó otra vecina mientras se retiraba del sitio.
Hugo J. Boscán
Fotos. Anner Herrera