La que ahora, al final de cada año, se celebra como una festividad religioso-mercantil, tiene orígenes muy remotos, tanto que se pierden en las profundas cavidades del tiempo.
Las religiones, la mayor parte de ellas, consideran que en el principio todo era tinieblas pero en algún momento se hizo la luz, con el nacimiento de una estrella a la que muchos llamamos sol y que la humanidad convirtió en un dios superior de sus religiones, con los más diversos nombres: Orión, Osiris, Ra, Thiu-U, Baal, Atdiyan, Agni, Apolo, Helios, Atos, Horus, Nergal, Pacha-cama, Quetzacoatl, Zeus, Amán Terasu, Yivat.
La veneración hacia ese poderoso ser que desde el cielo, no sólo iluminaba la tierra sino que, conjuntamente con otros factores de la naturaleza, proveía los recursos materiales para la sobrevivencia humana, tenía un momento en que el tiempo transcurrido en un lapso determinado, parecía llegar a su fin y comenzar de nuevo, coincidiendo este momento con el 25 de diciembre en las normas calendáricas actuales.
Sin embargo, esta circunstancia, en un primer momento, poco o ninguna trascendencia espiritual tuvo para los seres humanos hasta que surgieron los sistemas religiosos y sus oficiantes organizaron los rituales y símbolos respectivos.
Véanse tres casos:
1. Aion, divinidad solar del Nilo. Se le festejaba en Alejandría en la noche del 5 al 6 de enero y según sus devotos habría nacido de una mujer virgen llamada Koné.
2. Atis, dios solar, se adoraba en Frigia. Inducido a la locura por Cibeles, madre de los dioses, se suicidó el 23 de marzo, debajo de un pino. También nació de mujer virgen llamada Nana. En otra versión se dice que Atis murió atacado por un jabalí, por lo que sus seguidores no comen carne de cerdo.
3. Mitra, dios solar persa. Su culto fue traído a Roma por las legiones romanas. Habría nacido un 25 de diciembre en una cueva donde fue adorado por unos pastores.
Obsérvese que en estos casos se dan varios elementos presentes en algunas religiones existentes: por ejemplo, se dice de Aion que nació de la virgen Koné; de Atis, cuya madre Nana, era virgen; Jesús de Nazaret nació de María, madre virgen; Atis y Mitra, nacieron el 25 de diciembre, comienzo del solsticio de invierno cuando los días se alargan y ese mismo día se dice que nació Jesús; Mitra, como Jesús, nacieron en lugares humildes: aquel en una cueva, éste en un pesebre y ambos fueron adorados por pastores.
La costumbre de adornar un pino en Navidad debe tener su origen en los festejos dedicados a Atis; la prohibición de ingerir carne de cerdo en algunas religiones e igualmente las carnestolendas practicadas en buena parte del planeta, deben tener semejante comienzo.
Nada surge de la nada.
La cultura, en cualquiera de sus aspectos, tangibles e intangibles, no es sino el producto, perfecto, regular o medio, de un permanente proceso de ideas y prácticas que se dan, se aceptan, se imponen o rechazan, que hace posible el mantenimiento y continuidad de las relaciones humanas.
¡Felices Pascuas para todos!
