Éste es un fenómeno que está dentro de nuestro ADN o en la memoria celular. Observamos casos a diario, entre familiares, amigos, o conocidos. Cualquiera que esté en una posición de poder o donde pueda llevarse los bienes, sean aparatos, dinero, insumos, entre otros… se los lleva o pide una comisión por un servicio.
El venezolano no tiene respeto hacia la propiedad ajena. Es algo cultural, está muy arraigado en nuestro ser. La pregunta debería ser: ¿Cómo eliminamos esa conducta, si estamos tan contaminados? Con el ejemplo, educación y sanciones fuertes.
Si los padres demuestran honestidad a sus hijos, serán un modelo a seguir, si en la escuela se refuerzan esos valores, entonces el niño crecerá con la idea que es importante ser honesto.
El venezolano, en su mayoría se pasa por alto las normas. No está acostumbrado a cumplirlas porque no existen sanciones graves que impliquen su desacato. Esto es responsabilidad de la sociedad, de las instituciones. Si éstas no velan porque se cumplan y no ejecutan sanciones ejemplares, la gente seguirá saltándolas. Entonces, la raíz del asunto tiene tres vertientes: la familia, la escuela y la sociedad.
Por lo tanto, se deben promover acciones para que los padres, la escuela y las instituciones se centren en promover uno de los valores fundamentales para vivir en comunidad como es la honestidad. Si no se comienza a enfrentar el problema, la corrupción será mayor cada día.
Vemos que quiebran las instituciones del estado, porque la gente cree que se puede llevar todos los insumos, utensilios, máquinas, además, que puede trabajar poco y le pagan el mismo sueldo, entonces, ¿para qué se va a esforzar?, eso es deshonesto, es corrupción, está cobrando un sueldo sin trabajar.
También observamos que los hospitales y otras instituciones del estado son un barril sin fondo, por más dinero que les den, menos insumos tienen, porque el personal que labora allí se los lleva, los revende o los utilizan exclusivamente para sus familiares.
Eso es una forma de corrupción. Por la cultura de irrespeto hacia los demás y la deshonestidad, surgieron las expropiaciones e invasiones. No hay respeto hacia lo que tenga el otro, así lo haya trabajado durante muchos años, cualquiera que no sepa cuánto esfuerzo le costó un bien, se cree con el derecho a usarlo o a robarlo. Entonces, vemos que la deshonestidad está presente en el diario quehacer del venezolano. Ni se diga del dinero que se paga a funcionarios de cualquier institución, para que el ciudadano pueda acceder a un servicio. Los “peajes” que cobran en las aduanas, hace que encarezcan los productos y constituye la única forma que tienen algunos, para que los dejen trabajar. Es una forma de contribuir con el fenómeno. Además, los intermediarios, o quienes hacen las compras para los organismos públicos en todos los rubros, se ganan comisiones grotescas, lo que hace que rinda menos el dinero, que el estado pierda y todos salgamos afectados.
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