La urbanización Colinas de Santa Rosa, perteneciente a la parroquia Santa Rosa, al este de Barquisimeto, era constantemente asediada por la delincuencia, situación que no le daba un segundo de vida a los habitantes de la zona.
Los vecinos, tras reuniones y acuerdos se vieron en la imperiosa necesidad de encerrarse, colocando enrejados y barricadas compactas con hileras de pipas de cemento y cabillas atravesadas para impedirles el ingreso en carros a los antisociales, que todas las noches irrumpían a la zona armados para someter a la gente.
Estos elementos que constituyen una especie de barreras se encuentran dispuestos en varias calles de la comunidad, vías que quedaron bloqueadas por tratarse de las más vulnerables al tránsito de sujetos en motos y vehículos, por donde se les hacía más fácil escapar.
Las familias relatan que eran frecuentes las llegadas de grupos de desadaptados a sorprender a las personas dentro de las viviendas, a quienes mantenían en calidad de rehenes hasta por espacio de una hora, mientras cargaban con sus enseres domésticos.
Hoy confiesan que valió la pena organizarse para enfrentar sin miedo este terrible drama, ya que la delincuencia, en lugar de bajar se incrementa todos los días en perjuicio de la sociedad larense.
No obstante, dicen que el hecho de que hayan cerrada algunas calles de la comunidad, en sus extremos, no significa que el peligro y acecho haya cesado, pero sí ha impedido el ingreso de automóviles extraños al lugar, por lo que bajaron los atracos, ya que se les dificulta más a los malandros estacionar los vehículos frente a las casas de las víctimas y así para bajar los electrodomésticos para montarlos y llevárselos.
Otro problema que poseen los residentes de Colinas de Santa Rosa es el abandono del cementerio, en el cual se esconden grupos delincuenciales venidos de otras partes de Iribarren, ya que está lleno de monte y sin vigilancia de la Policía Municipal.
Puntualizaron que en cada entierro los deudos corren peligro porque sepultan al familiar desprotegido de todo resguardo.
Lamentaron que la inseguridad ha alejado a los familiares de este camposanto, y ya no se observan con frecuencia colocándole velas o flores en las respectivas fosas.
Por otra parte, se quejaron de la vialidad, al final de la calle Madrid con calle 1, donde los huecos se multiplican, y de la falta de limpieza del las calles por parte de la Alcaldía, cuyo monte crece sobre las calzadas y sobre las aceras.