Atrás quedaron los tiempos de un Edgar Pérez Greco incómodo e impotente, “maniatado” por los problemas de salud que lo sacaron de las canchas y le hicieron bajar su nivel. Para su tranquilidad y la de los aficionados del Deportivo Lara, es un mal recuerdo.
El Pérez Greco de ahora es el mismo de hace dos años, aquella “flecha” que caía por un costado, desde el mediosector, para crear peligro, dar un pase clave o marcar gol, el que ayudó al rojinegro a ganar la primera estrella de su historia.
“El Flaco”, atornillado en tierras larenses, encariñado con la parcialidad local y comprometido con los objetivos de la oncena, acaba de terminar un torneo Apertura 2014 de alto vuelo, de nivel superlativo, y que lo dejó -sin duda- como el mejor jugador del semestre dentro de la oncena crepuscular. El fútbol no es deporte de números -como sí lo es el béisbol- pero algunas estadísticas valen para comprobar el rendimiento de algún jugador. En el caso de Pérez Greco tres renglones son dignos de resaltar. Primero está el tema de partidos jugados. Fue el único integrante de la plantilla que participó en los 17 compromisos del certamen, de los cuales 16 los encaró como titular. Eso es mucho decir dentro de un elenco cuyo técnico es amigo de las rotaciones y difícilmente repite alineaciones. Está claro que lo ve como una pieza fundamental.
Después aparecen los minutos jugados. Los 1.371 que disputó entre agosto y diciembre es cifra tope dentro del club local, señal auténtica de regularidad e indicativo de salud. Libre de lesiones y enfermedades, a tope en condiciones físicas, no tuvo problemas para responder a las exigencias del caso.
Y finalmente los goles marcados, la estadística más llamativa, la que enamora a los seguidores y que generalmente desembocan en resultados positivos. Siete anotaciones consiguió el nieto del fundador del Deportivo Táchira -Gaetano Greco- una suma si se quiere elevada para un jugador que no forma parte de la dupla de ataque, sino que viene de atrás. Su momento cumbre ocurrió en la fecha 14, el 23 de noviembre, cuando marcó un triplete para empujar al Deportivo Lara a una remontada frente al carrusel aurinegro, amén de que, además, se convirtió en goleador histórico del elenco crepuscular.
Su aporte en la levantada del equipo en la segunda mitad del torneo fue determinante, lo mismo que el desempeño de Armando Maita (cinco goles), Marlon Fernández (cuatro) y José Romo (dos), y deja abierta la ventana de las esperanzas, dentro de un club que viene bien en defensa y mejoró en ataque, pero necesita ser más sólido en casa, no dejar que los rivales le arranquen puntos, si es que quiere volver a festejar un título. Si el Trujillanos -que no tiene una chequera para pagar jugadores caros- pudo, por qué el Lara no puede. Ahí está el ejemplo.