Dos días después del vergonzoso final que tuvo el torneo Apertura, con un Trujillanos proclamado campeón por la confiscación de un juego, la Federación Venezolana de Fútbol emitió un comunicado a la opinión pública para condenar los hechos registrados en las afueras del estadio Olímpico y aclarar que no tiene “facultades” para tomar cartas en torno al tema relacionado con la violencia que se registra en los rectángulos del país, porque “es una situación que excede el estricto ámbito federativo”.
“La Federación Venezolana de Fútbol no tienen elementos para prevenirlos, ni para reprimirlos, única y parcialmente tiene el control que se encomienda a los regímenes disciplinarios deportivos de carácter federativo, el cual hemos aplicado y aplicaremos adecuada y proporcionalmente a los hechos que afectan al fútbol propiamente dicho”, destacó el ente federativo en el texto despachado a través de su correo electrónico y colgado en su página web.
“Nuestras facultades quedan circunscritas a lo estrictamente competitivo, apegadas a las normas y reglamentos que rigen universalmente al fútbol y de obligatorio cumplimiento para nuestros afiliados”, agregó en el escrito, considerado por algunos críticos como tibio y poco contundente ante una serie de actos que han empeñado al balompié nacional en el año que está por finalizar.
El Apertura 2014 dejó como enorme lunar la muerte del aficionado Roberto Vidoza a las afueras del estadio José Antonio Páez de Araure, tras un enfrentamiento dentro del recinto entre seguidores del Deportivo Lara y Portuguesa FC, a lo que se sumó la agresión de la que fue objeto el jugador del Táchira Carlos Rivero, tras la revuelta de algunos aficionados del aurinegro.
Como colofón a esa historia negativa, el cierre del torneo el pasado domingo, cuando el juego entre Trujillanos y Petare debió suspenderse en el segundo tiempo, después de la aparición de encapuchados que lanzaron piedras desde una parte de las instalaciones universitarias. Ha sido un año para el olvido en ese sentido y urgen correctivos auténticos, antes de que la desgracia sea mayor.