Desde que Anthony Giddens le diera relevancia a la llamada “tercera vía” con Tony Blair como primer ministro inglés, mucha agua ha pasado debajo de los puentes del mundo.
Aunque no fuera éste el autor original de una propuesta intermedia entre las fórmulas ideológicas del capitalismo y el socialismo, sí es el que mayor notoriedad ha alcanzado a propósito del uso discursivo y estratégico que usara Blair como uno de los líderes británicos más carismáticos de todos los tiempos.
Y es que la “tercera vía” no ha estado exenta de polémicas a su alrededor. Criticada muchas veces tanto por partidarios del modelo liberal como de los modelos marxistas, los primeros argumentan que es una especie de marxismo disfrazado y los segundos señalan sus inconsistencias teóricas y su reformismo, que conduce a un neoconservadurismo.
Esta es una historia que continúa debatiéndose en las universidades del mundo y en muchas organizaciones políticas, y
lo seguirá siendo por muchos años sin duda alguna. Pero nos interesan las probabilidades de aplicabilidad o no en la Venezuela de estos tiempos.
Para nadie es un secreto que el país ha estado sometido durante los últimos 15 años a un proceso de polarización política que ha permeado a toda la sociedad, sin distingos de ningún tipo. Por un lado los partidarios de la revolución bolivariana, cohesionados por argumentos socialistas especialmente desde el 2006; por el otro, la oposición política, que se alinea más con fórmulas socialdemócratas de centro-izquierda y centro-derecha, y reivindica la libertad individual y la propiedad privada. Este esquema polarizante ha ejercido una influencia enorme sobre la sociedad y el funcionamiento de las instituciones como nunca antes habíamos tenido en Venezuela. Obviamente, sus consecuencias las estamos apreciando en vivo y en directo en la cotidianidad de la población y en la agenda de discusión pública.
Ahora bien, ¿en la situación actual y de cara al futuro cercano, será posible que se presente y se consolide una tercera opción fuera de los polos en discordia? Y que además, ideológicamente, ¿se presente fusionando elementos de ambos sistemas en pugna?
Esta interrogante nos la puede estar brindando la opinión de los propios venezolanos en sus respuestas a diferentes estudios quese han efectuado en el país en los últimos años.
Entre marzo y abril del 2011 una investigación llevada a cabo por el Centro Gumilla, denominada “Valoraciones de la democracia en Venezuela”, ofrecía el siguiente resultado: 61,3% de los entrevistados respondía que “debe haber convivencia entre el sector privado y el gobierno”, mientras que un 56,9% señalaba que “para lograr el progreso de mi comunidad debe participar el gobierno pero también el sector privado”.
Estos altos porcentajes de respuesta a estos ítems que rompen toda lógica de polarización diferencial entre visiones políticas nos mostraban en aquel momento las características de un engranaje en el pensamiento, que fusionaba criterios de valoración política.
Ya antes, en el año 2010, otro estudio también llevado a cabo por el Centro Gumilla, esta vez con metodología cualitativa (grupos de enfoque o focusgroups) nos mostraba “palabras claves” a través de las cuales tanto los chavistas como los opositores apreciaban el significado de democracia.
Para los partidarios del proceso “calidad de vida”, “cogestión”, “educación”, “empleo”, “igualdad de oportunidades” y “orden”, eran asociaciones importantes. Para los opositores: “calidad de vida”, “igualdad de oportunidades”,
“buen gobierno”, “estabilidad”, “esperanza” y “derecho a la propiedad”.
Como podemos ver, las similitudes en las percepciones de la opinión pública venezolana dan cuenta de una franja importante de ciudadanos que están despolarizados en relación al debate político intenso, que ha dejado huella en la historia contemporánea del país.
Más recientemente, las empresas Datanálisis y el IVAD (Instituto Venezolano de Análisis de Datos) en el último trimestre de este año nos muestran en sus estudios que 60,6% de los entrevistados sugiere que “el
gobierno debe apoyar a las empresas privadas” y “el diálogo es la única vía para resolver la problemática del país” con un 83,7%.
Vale decir entonces, que en el ambiente del país existen más criterios que unen que los que desunen a los venezolanos. La mesa está servida para conectarse con cerca de un 67% de la gente que está alejada de los radicalismos
y se enfoca más en la cotidianidad del entorno.