Presidente, lo que el Señor aborrece, Proverbios 6, 16-19: «Hay seis cosas, y hasta siete, que el Señor aborrece por completo, los ojos altaneros, la lengua mentirosa, las manos que asesinan a gente inocente, la mente que elabora planes perversos, los pies que corren ansiosos al mal, el testigo falso y mentiroso, y el que provoca peleas entre hermanos».
Se me hace que usted está mal asesorado, y que no guarda en su memoria los mandamientos y enseñanzas de la fe cristiana de la cual tanto se jacta seguir. Usted ha entendido el poder como capacidad para dominar, y no para servir, es responsable de que una minoría trate de imponer una doctrina comunista, no acorde con nuestra idiosincrasia. El poder es vida, el poder es muerte. Usted puede rectificar si hace que sus adláteres ejerzan sus facultades humanas para proveer de plenitud y desarrollo social, económico y político, a todo el pueblo, sin discriminación ni distingos entre revolucionarios y gusanos apátridas como suele llamar al 60% de la gente que no comparte su estilo de gobierno.
Simplemente todos, absolutamente todos, le reclamamos vivir libremente y con dignidad, o sea con respeto para unos y para otros. ¿Cuántos muertos más, torturados, detenidos y desaparecidos, necesita para entender que el poder que usted detenta por ahora, no le viene de un otorgamiento divino? ¿O es que cree firmemente en que tenemos que absolutizarlo y divinizarlo como el altar que tiene usted de referencia a su antecesor ya muerto?
Sepa que en el siglo XX hubo millones de muertos sacrificados en estos altares mundanos del totalitarismo en todas sus modalidades. Si no logra transformar esta situación en algo verdaderamente productivo y universal, seguirá dedicando ingentes recursos a la represión y contención armada y policial contra las mayorías. Realmente ya no le quedan recursos, y cada día menos con un precio del barril a 60$, para el cuantioso gasto en subsidios de supervivencia a la gran población excluida, objeto de la limosna pública que instauró el señor Chávez en su equivocada interpretación del socialismo.
Por eso usted percibe a los pobres y a la clase media que se resisten, como una amenaza a perder el privilegio del que han gozado durante 16 años esa nueva narcoboliburguesía corrupta militarista que hace sus negocios y cobra altas comisiones. Entre el infinito de esa utopía castrocomunista y el cero, hay un camino lleno de luchas y negociaciones, producto de la globalización de la economía, que bien valen la pena transitar con los dirigentes de la oposición y todas las fuerza vivas del país. O se concilian o vamos a una rebelión civil donde se masacrarán una gran parte de nuestro potencial humano, principalmente los jóvenes estudiantes. Empiece por soltar a los políticos presos. Usted por ahora es el principal responsable. La historia no lo absolverá a usted y su entorno íntimo de éste garrafal error.
Respetuosamente,