Cuánta preocupación embarga a los venezolanos y a todos aquellos ciudadanos que tienen la oportunidad de informarse diariamente del acontecer cotidiano en el territorio nacional.
El enterarse que el manejo económico está a la deriva, al capricho, a la anarquía, a la incertidumbre, que salir a la calle a buscar cómo resolver y satisfacer necesidades normales no tienen ningún valor definido, que no se le puede llamar inflación, escasez y mucho menos abundancia; que enfermarse no representa una dolencia en la integridad física, puesto que pasa a ser una preocupación que no tiene tamaño; en salir a buscar un centro de salud público o privado que lo atienda en forma inmediata; en donde existan los equipos médicos, insumos y otros, para luego salir, si es que se puede, a la aventura de conseguir medicinas de acuerdo a lo que se llama récipe; que inventar realizar un viaje de trabajo o por cualquier otro motivo es realmente una osadía y no una odisea puesto que el número de motivos para no realizarlo comienza por la inseguridad personal, por el estado de deterioro de las vías de comunicación, por la inseguridad de conseguir repuestos para resolver cualquier problema mecánico, por las constantes paralizaciones por manifestaciones y protestas de la población en pueblos y ciudades, por las continuas interrupciones en el viaje para solicitar limosnas, vender cualquier chucherías que permita paliar el hambre a ese vendedor.
Todo este panorama reflejado en noticias, que para unos permiten incentivar y aplaudir con cinismo la cultura de la violencia y que precisamente participan en instituciones creadas para evitarla, erradicarla y manejarla con doctrina que permita al Estado ser garante de la paz social y para otros llevar esas estadísticas negativas para justificar el mal trabajo realizado o la justificación de aquello muy viejo pero cierto de “el mal de unos es el beneficio de otros”.
Estas reflexiones me llegan en este momento al informarme del hecho lamentable sucedido en el Centro Penitenciario David Viloria, así como las muertes ocurridas allí, igualmente la muerte de presuntos delincuentes en un caserío y muchas otras informaciones más que obligan a preguntarse a cualquier ciudadano de Venezuela y el mundo: ¿Por qué pasa esto en Venezuela su país, mi país?
En este artículo me quedaría corto y si es en positivo, la solución no es económica, es darle contenido social a las actividades de lo público y privado para hacer un país vivible y no politiquero.
Unidos todos por el éxito y el crecimiento de la familia ganadera (Fedenaga).
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@JGMendozabato