Poco debe conocer la milenaria cultura china de refranes castizos. Seguramente en Pekín pocos saben el viejo dicho castellano: «Quién se acuesta con niños amanece embarrado».
Quizás por eso han prodigado tanta plata a regímenes forajidos e irresponsables, que mantienen a poblaciones enteras -hasta 30 millones de habitantes- en un permanente consumo subsidiado por el Estado: Una locura que jamás se le ocurrió al implacable Mao.
En China murieron de hambre millones sin que nadie pensara subsidiar arroz. En cambio, hay gobiernos tan frívolos que sin divisas para medicinas las usan para importar 275 toneladas de fuegos artificiales (chinos) y pinos canadienses….guiso por medio, por supuesto.
El surgimiento de China como potencia económica mundial se debe a su rápida adaptación a las leyes inexorables de la economía -a ese sentido común que apenas les falta a los locos y a quienes tienen un maní en lugar de materia gris.
La sofisticación china en temas económicos no parece extenderse al conocimiento de la historia real de Latinoamérica, y a la experiencia en contratar con regímenes infantiles, sumidos en el peor de los subdesarrollos: El mental.
Si los chinos conocieran la picaresca histórica de nuestras regiones sabrían -por ejemplo- que una Venezuela muy revolucionaria tuvo un desempeño algo turbulento hacia sus acreencias internacionales.
Sabrían que en Latinoamérica hay una vieja tradición de gobiernos que califican de ilegales los compromisos contraídos por antecesores de dudosa legitimidad con acreedores foráneos.
Habrían aprendido lo que a trompicones aprendieron las potencias europeas que en los albores bloquearon puertos venezolanos y cañonearon a Puerto Cabello, tratando de cobrar cuentas viejas que un fulano Castro se negaba reconocer. Allí, una cacareada soberanía se salvó por la oportuna intervención de un total imperialista llamado Teodoro Roosevelt.
Antes de sucumbir a los encantos de unos disfraces rojos, los chinos debieran recordar la tradición de gobiernitos tropicales que firman cualquier cosa con tal de obtener oxígeno económico en medio de estertores políticos.
En su apresurada estrategia por penetrar económicamente a Latinoamérica, los amigos chinos cualquier día se llevan la sorpresa que antiguos camaradas – o quienes los reemplacen – desconozcan mil millonarias deudas y repudien arbitrios. Y en pleno siglo XXI no podrán mandar cañoneras a Maracaibo, y de hacerlo no sería de extrañar ver antiguos revolucionarios chillando por la pronta resurrección de la muy vituperada Doctrina Monroe. Cosas veredes.