Cada vez que un consumidor venezolano sale a la calle, a realizar las compras de los productos de la canasta alimentaria que necesita para el sustento, lo primero que se pregunta es ¿cuántos negocios tendré que recorrer para medio completar el mercado? ¿Por qué los buhoneros tienen los productos que no se localizan en los supermercados? y ¿hasta cuándo persistirá el desabastecimiento?.
Estudios realizados revelan que cualquiera que salga a realizar sus compras, tiene que recorrer una media semanal, de por lo menos cuatro establecimientos para poder completar su mercado principal, perdiendo la posibilidad que tenía en años pasados, de poder adquirir lo que quería, porque cada marca de un producto tenía hasta seis presentaciones distintas, hoy tiene que comprar “lo que se consiga para poder protegerse”.
La situación inflacionaria tampoco lo ayuda, porque los precios de los alimentos se han encarecido en más de 90% en este año, mientras que el ingreso real de los trabajadores ha registrado una pérdida del –12%, lo cual obliga a tener una mayor prudencia a la hora de adquirir los bienes, a buscar ofertas, promociones o aquellos bienes que sean más atractivos desde el punto de vista de su presupuesto.
A esto se agrega que ahora no paga por los productos el precio regulado al que se comercializa en los supermercados, sino que debe pagar los precios que cobran los buhoneros o los que debe pagar en los mercados populares no controlados por el Estado, con sobreprecio promedio de más del 60%, que debe ser sumado a los índices de inflación oficial, por que al adquirir todos los productos en el mercado informal, el sobreprecio oscilaría entre 200% y 300%.
El Banco Central de Venezuela, las últimas cifras de desabastecimiento que que publicó, hace más de cinco meses, indicaban que esta variable estaba en el orden del 30%; sin embargo estudios de empresas de consultoría privada, aseguran que en estos momento el desabastecimiento está en el orden del 70%, siendo superior en algunas zonas del interior del país.
Oferta seguirá deprimida
La Confederación de Industriales de Venezuela (Conindustria), ha venido señalando en forma constante, que la producción del sector de la manufactura continúa deprimida, sin que se hayan generado los estímulos para aumentar la producción nacional, pudiéndose observar que la situación de la industria nacional sigue deteriorándose ante la imposibilidad de mantener sus niveles de actividad, lo que a su vez, le impide planificar inversiones para incrementar su producción y satisfacer la demanda.
Por supuesto que un sector al cual se le ha restringido en más del 36% el suministro de divisas, con unos inventarios de materias primas e insumos que siguen disminuyendo, por cuanto las líneas de créditos de los proveedores internacionales han sido suspendidas, ya que las deudas con el sector están en unos US$ 10.000 millones; mientras que el Sicad II, con una tasa de cambio cercana los 50 Bs/$, bajó sus operaciones de US$ 50 millones diarios a solo US$ 16 millones, y tiene cerca de dos meses sin convocar nuevas subastas.
Las industrias básicas de Guayana, han reducido sus niveles de producción en más de un 50%,y lo poco que están produciendo en acero, aluminio, cabillas, mallas y alambrón, se está destinando a las obras de la Gran Misión Vivienda, mientras la industria de hojalata para los alimentos, no tiene envases.
Por otra parte, el sector primario (Agricultura) nunca antes había estado tan deprimido, por cuanto el Ejecutivo cuando contaba con cuantiosos ingresos de la renta petrolera, suplía la escasez de alimentos, con importaciones, afectando a los productores nacionales, en este momento las metas de producción no se podrán alcanzar como lo ha denunciado Fedeagro, porque requieren de 4.800 tractores, fertilizantes, semillas certificadas, nuevas tecnologías y precios justos para su producción, exigiendo por lo tanto una política integral para el sector, que tome en consideración todas estas peticiones.
Apagones a la orden del día
Pero los escenarios antes señalados, que afectan la producción nacional, se agravan como consecuencia de déficit de energía eléctrica, que poco se siente en la capital de la República, pero que en regiones tan sensibles como las del estado Carabobo, Aragua, Lara y Zulia donde las zonas industriales son afectadas casi a diario por los apagones imprevistos, han contribuido a la paralización de líneas de producción, quema y pérdida de equipos, sin que haya alguna instancia ante la cual recurrir para resarcir el daño causado por los siniestros.