Se llama Roberto Espínola, y es un sastre paraguayo que, harto de los escándalos de corrupción en el país sudamericano, se decidió a crear el «traje sin bolsillos», un símbolo de honestidad y a su vez una denuncia de los políticos que se enriquecen a costa del dinero público.
La idea de Espínola, que confecciona trajes para presidentes, legisladores, altos funcionarios y hombres de negocios desde sus tiendas en Asunción, surgió precisamente a causa de uno de los últimos escándalos de corrupción más sonados de Paraguay: el caso Ibañez, del Partido Colorado, que se ha convertido en sinónimo de corrupción yestá acusado de estafa y certificación falsa de documentos y de ser cómplice del supuesto cobro indebido de honorarios.
Espínola explicó a la agencia EFE que su inspiración le vino en el preciso momento en que vio al político en televisión «asumir públicamente que sí, que ha malversado y metido la mano en los bolsillos de todos». Ese es el origen de lo que en Paraguay y en gran parte del mundo, gracias a las redes sociales, se conoce como el «traje Ibáñez» o «traje anticorrupción», sin bolsillos en los que poder «meter la mano» o los billetes prodecentes de operaciones de dudosa legalidad.
El diseñador lo justifica afirmando que pensó el el traje sin bolsillos para que «no nos metan más la mano. El que sea honesto y esté dispuesto a no tener bolsillos para no llevarse nada del pueblo, que se ponga el sayo si se lo calza».
Canalizada toda su indignación a través de este diseño, su propuesta rápidamente ha conseguido la fama, sobre todo en internet y en las redes sociales. La agencia publicitaria paraguaya Kausa Central Creativa le propuso realizar la promoción grauita de la «Colección Ibáñez», dedicada a todos los políticos corruptos. «Se desbordó, esa es la realidad, ni imaginaba el resultado. Caló muy fuerte, por lo visto es algo muy sensible el tema de la corrupción en todo el mundo», reconoce Roberto Espínola.
Tras esta promoción el efecto «bola de nieve» ha conseguido su fama mundial. «Creo que es ya el traje más famoso del mundo», asegura Espínola desde uno de sus locales de venta, después de que en menos de un mes la idea haya encontrado adeptos en varios países.
