Las encuestas nacionales ubican al Presidente Maduro entre 35 y 30%, ha perdido más de 15 puntos desde abril 2013, su problema está en que la situación económica a medida que empeora lo empuja irremediablemente hacia la baja.
En líneas generales, el PSUV conserva los mismos números que el presidente, sin embargo, la expectativa país (apreciación de los venezolanos a futuro) es muy negativa, por encima del 70%. Los números de la oposición tampoco son buenos, el líder preferido por los detractores del país no llega a 20%, liderato que se turnan Leopoldo López y Enrique Capriles.
En cuanto a las organizaciones políticas opositoras la simpatía se encuentra muy dispersa, juntas apenan llegan a un 18% aproximadamente. Por otro lado, los venezolanos en al menos 50% señalan no poseer ningún partido de preferencia, incluso los rechazan. Estos números son un resumen de las principales encuestadoras del país, de todas las tendencias.
Al parecer, tras el progresivo deterioro de la calidad de vida, los venezolanos se están “desfanatizando”, hecho que resultaría probablemente la mejor noticia política desde hace más de dos décadas. Ahora bien, en un panorama político tan revuelto como el actual quien tiene la ventaja es el Gobierno central, por ser el que cuenta con los recursos e instituciones públicas para intentar transmitir su mensaje más eficientemente a las personas.
La oposición, no amalgamada y recibiendo los incesantes embates del Gobierno, no las tiene todas consigo, conectar su mensaje le es mucho más difícil, a pesar que en el país sobran los motivos que propulsen la idea de un cambio de gobierno.
La política en Venezuela se ha convertido únicamente en un entretenimiento útil para mantener ocupada la atención de las personas, no resuelve los problemas, no hay conectividad con las necesidades sentidas, con las principales parvedades del país, ojalá que esa “desfanatización” que reflejan las encuestas se logre cristalizar y permita de una vez por todas la madurez necesaria que haga de los venezolanos hombres y mujeres exigentes de gestiones públicas eficientes, donde los gobernantes no sean más que empleados públicos sin ínfulas de grandeza ni episodios sostenidos de vanagloria.
Llegó la hora de reflexionar: ¿A dónde nos ha llevado idolatrar a nuestros gobernantes? Hasta hacer colas para comprar productos básicos ¿De qué nos ha servido? Solo nos ha sido útil para justificar borreguísticamente sus excusas de costosos fracasos que nos están imponiendo un estilo de vivir indigno, como el de un país pobre, sin recursos de ninguna naturaleza, cuando muy al contrario Venezuela es seguramente el país con mayor riqueza en todo el planeta. Maduro no es el único que está cayendo, cae la oposición también y, sí no cambiamos nuestra mentalidad servil a los políticos a una de ciudadanos exigentes, seguirá cayendo el pueblo… más rápido que los dos anteriores.
@leandrotango