Desde el nacimiento del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) su característica fundamental radicó en asociarse a la figura de hiperliderazgo ejercida en su momento
por Hugo Chávez, vale decir, a una tipología cuya clasificación definiera muy bien en el siglo XX el politólogo alemán Max Weber, soportada en el carisma personal.
Esto permitió que durante mucho tiempolos niveles de aceptación de la organización en todo el país estuviesen alrededor del 45 por ciento, porcentualmente por debajo siempre de los niveles de aprobación de la gestión presidencial, pero con una cifra calificada–comparativamente hablando con países de la región- como extremadamentesólida para ser muy efectivos los logros electorales del partido.
Luego del fallecimiento del ex presidente Chávez, en declaraciones ofrecidas por el propio Lula Da Silva a medios internacionales, daba cuenta de que “el proceso venezolano debía evolucionar hacia un liderazgo más colectivo”, esto en función de garantizar el fortalecimiento de la organización política más grande que respalda al gobierno venezolano. Transcurridos dieciocho meses de la ausencia de Chávez, obviamente, el PSUV ha vivido ese proceso de transición con muchos altibajos.
Siendo así que, según el último estudio de Datanálisis, los niveles de militancia y simpatía partidariashan disminuido desde el 45 a un 17 por ciento en noviembre de 2014. Pero, esto no es todo. Aunque el PSUV se había caracterizado por una unidad prácticamente “monolítica” en sus años recientes (siempre existían diferencias de criterios entre sus dirigentes, pero la figura de Chávez incidía en la unidad en alto grado) hoy por hoy han comenzado a emerger las llamadas “corrientes”, potenciando las críticas públicas no sólo a la gestión de la dirigencia partidista sino también al propio Gobierno y a su Presidente.
En esta órbita se encuentra, precisamente, “Marea Socialista” que en las últimas semanas se ha convertido en el foco de atención de las discusiones públicas de la dirigencia psuvista.
“Marea Socialista” –fundamentalmente desde el portal web “Aporrea” (algunos desus editores pertenecen a la corriente mencionada)- ha venido realizando duras críticas a la conducción del Gobierno. Se han enfocado especialmente hacia el manejo de las divisas del país –primero con Cadivi y luego con Cencoex- en relación a los más de 20.000 millones de dólares asignados a empresas fantasmas (señalados en su momento por la ex presidente del BCV, EdmeeBethancourt), entre otras irregularidades que aprecian en la gestión pública nacional.
Pero también han hecho lo propio con la conducción partidista señalando lo poco democrático en que ha devenido el PSUV. Esto les ha valido serias reprimendas públicas tanto del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, como del gobernador de Carabobo, Francisco Ameliach, quienes les han invitado en tono poco amable a “fundar su propio partido si siguen con esa actitud crítica”. Además, tanto a Nicmer Evans como a Heiber Barreto y Carlos Hurtado –líderes de Marea- se les ha “excluido” de la militancia partidista sin ningún tipo de explicación, por lo cual no pudieron participar en la elección de los círculos de lucha popular efectuada hacen pocos días en todo el país.
Es importante destacar que esta corriente que funciona en el seno del PSUV, al menos hasta ahora, reivindica la figura histórica de Chávez y cuestiona el carácter sesgado que ha tomado la llamada revolución bolivariana bajo el mandato del presidente Nicolás Maduro Moros.
En el marco de este análisis es importante resaltar que si bien es cierto no es la primera vez que ocurren diferencias importantes en el seno del PSUV, sí lo es el hecho de la relevancia comunicacional que ha tomado esta corriente de opinión interna con relación a sus planteamientos sobre la gestión pública nacional actual y la forma en que se ha conducido el liderazgo del partido.
Frente a este fenómeno en particular es importante citar a el también politólogo y sociólogo alemán Robert Michels, cuando afirmaba que: “Tanto en autocracia como en democracia siempre gobernará una minoría, la idea básica es que toda organización se vuelve oligárquica…
Los líderes, aunque en principio se guíen por la voluntad de la masa y se digan revolucionarios, pronto se emancipan de ésta y se vuelven conservadores. Siempre el líder buscará incrementar o mantener su poder, a cualquier precio, incluso olvidando sus viejos ideales”.
Por tanto, hay que destacar los ciclos de vida de las organizaciones políticas, especialmentede aquellas que llegan al poder.
El PSUV pudiera estar viviendo o próximo a vivir esta máxima esbozada hace ya casi cien años por este visionario germánico que detectó con el estudio minucioso de la historia de su país y del mundo entero, como es el comportamiento –con excepciones que confirman la regla- de las organizaciones políticas e incluso sociales, que van restringiendo la crítica interna y la práctica de la democracia.
El tiempo nos mostrará si el PSUV es una excepción o una confirmación de la norma… y lo que suceda con Marea Socialista será un claro indicador.