El 6 de abril de 1819 circuló un manifiesto trilingüe que los españoles presentaron como de todas las provincias de Venezuela a las naciones de Europa.
Lo firmaron por Barquisimeto el coronel Francisco Oberto, comandante político; el alcalde de primera elección Bernabé Planas; José Antonio García Tocoronte, alcalde de segunda elección; Juan Galíndez, fiel ejecutor; los regidores Carmelo Hernández, Manuel Ocanto, Trinidad Lavado y Domingo Alvarado (hijo), procurador general.
Igualmente lo respaldaron entre el 6 de abril y el 8 de junio, los Cabildos de Caracas, Baruta, Valencia, Puerto Cabello, Cagua, Turmero, Guarenas, Guayos, Petare, Victoria, San Mateo, Antímano, Vega, Villa de Cura, Calabozo, San Carlos, Nirgua, San Felipe, San Sebastián, Guanare, Carora, Quíbor, Cubiro, Ospino, Guama, Cocorote, Agua de Culebra, Araure, Valle, San Diego, Barbacoas, Güaira, Chabasquén, Humocaro Alto, Humocaro Bajo, Maracaibo, Guaibacoa, Acarigua de Coro, Santana de Paraguaná, Coro, Sasárida, Capatárida, Moruy de Paraguaná, Siquisique, Borojó, Mitare, Trujillo, Grita, Tocuyo, Jacura, Gibraltar, San Cristóbal, Carrisal, Cumarebo, Perijá, Mérida.
El documento fue firmado por los arriba citados individuos del cabildo barquisimetano el 19 de abril de 1819, lo que significaría que esta fecha patriótica venezolana cuando se conmemora en Barquisimeto tiene un cariz bochornoso que la oligarquía local ha logrado ocultar pues, sin haberse declarado totalmente por la independencia venezolana en 1810, nueve años después no tuvo inconvenientes en respaldar afirmaciones como éstas:
“Al saberse en Venezuela que el sedicioso Simón Bolívar, nacido en ella para ser la causa de todos sus males, acaba de anunciar a la Europa la instalación de un Congreso General de sus provincias en la capital de Guayana: al observar el espíritu que ha dictado el insidioso manifiesto con que lo anuncia, y los fines a que dirige este paso audaz y escandaloso: al examinar las esperanzas y promesas con que adula a la ambición de los aventureros y holgazanes de todos los países; y al ver que los miserables que en aquella farsa revolucionaria se titulan sus representantes, mancharon con una atroz impostura el honor de unos pueblos que en sus turbaciones se han hecho dignos del aprecio de todos los hombres de bien; los ayuntamientos, diputaciones municipales y cabildos de naturales que legítimamente representan las respectivas ciudades, villas y pueblos no han podido en su sorpresa, ver sin indignación al impostor, sin desprecio la impostura, sin horror la mancha de infidelidad que indirectamente se arroja sobre ellos, y sin compasión los incautos que por tales medios son víctimas de la más insensata y desmesurada ambición”.
Más adelante agrega el documento, con el aval de los cabildantes barquisimetanos: entonces se reunieron en Angostura “los espíritus turbulentos de Venezuela, los jugadores, los ambiciosos, los asesinos…” en cuyas manos cayeron “sumas inmensas que había acumulado la más prudente economía, sirviendo lo que era destinado a la prosperidad de Venezuela para saciar la avaricia de unos pocos…”
Si tales declaraciones, semejantes a las que hoy se expresan contra el movimiento popular gobernante, no son una conducta bochornosa ignoro cómo podría calificarse, porque la oligarquía, como Jalisco, si no gana arrebata.