La presencia de Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar no alcanza para disimular los problemas que enfrenta el Barcelona y que tienen a sus aficionados en ascuas, pidiendo a gritos un cambio.
El malestar de la hinchada se hizo evidente durante el partido del fin de semana ante Valencia, cuando el homenaje a Messi por haber batido la marca histórica de goles en la liga española fue opacado por una estruendosa rechifla al presidente Josep Bartomeou y el director de fútbol Andoni Zubizarreta.
Los aficionados saben que los goles de Messi, quien también acaba de batir la marca histórica de la Liga de Campeones, no alcanzan para tapar el deslucido juego del equipo, que a duras penas se mantiene segundo en la tabla, a dos puntos de un Real Madrid que luce mucho más sólido.
Hace poco Barcelona se vanagloriaba de ser «más que un club». De la mano del técnico Pep Guardiola hacía un fútbol que para muchos fue el más atractivo de la historia y pagaba para auspiciar a la UNICEF, en lugar de cobrar por la publicidad, como hace todo el mundo.
Ahora en la camiseta de los jugadores está el logo de «Qatar Airways», el club enfrenta varios problemas legales y ya no juega mejor que sus rivales.
Johan Cruyff, gloria del Barcelona, dijo que los entuertos legales, incluidos uno en torno a la transferencia de Neymar que motivó la renuncia del presidente Sandro Rosell, sucedido por Bartomeu, son un duro lastre.
«Da lástima ver al Barcelona así», declaró el mes pasado. «Con la UNICEF éramos la envidia del mundo. Todos querían ver jugar al Barcelona. Pero hemos perdido mucho prestigio en el mundo».
Esos no son los únicos problemas del Barsa.
Otro ex presidente, José Luis Núñez, quien manejó el club de 1978 al 2000, está preso por sobornar a funcionarios para que beneficiasen a su empresa constructora y también hay una amarga batalla legal entre la actual junta directiva y el ex presidente Joan Laporta.
La propia academia juvenil del club, motivo de orgullo en el pasado, está bajo la lupa tras la contratación ilegal de jóvenes talentos que hizo que la FIFA prohibiese a Barcelona hacer contrataciones por un año.
Messi, quien encara sus propios líos legales por evasión de impuestos, dijo hace poco que «estos momentos que vive el club» son una de las razones por las que sospecha que tal vez no pueda cumplir su deseo de terminar su carrera luciendo la divisa blaugrana.
La respuesta del Barsa a esta crisis ha sido apostar más fuerte todavía con la contratación de Suárez mientras cumplía su tercera suspensión por morder a un rival.
El club enfrenta el desafío de ver si puede recuperar su nivel de antaño luego de una temporada sin títulos importantes mientras resuelve sus problemas extrafutbolísticos.
Zubizarreta, por su parte, se tambalea en la cuerda floja en medio de cuestionamientos de algunas contrataciones, como la de los defensores Thomas Vermaelen, quien todavía no ha jugado un solo partido por distintas lesiones, y el brasileño Douglas, un jugador muy poco conocido.
En el terreno de juego Barcelona ya no hace el juego vistoso de antes y sufre para ganar partidos. El nuevo técnico Luis Enrique no ha conseguido revitalizar el conjunto, que el domingo superó a duras penas a Valencia 1-0 pese a verse superado buena parte del juego.
Para colmo de males, si hay un equipo que hace el fútbol más vistoso del momento ese es el principal rival del Barsa, Real Madrid, que de la mano del estratega Carlo Ancelotti ganó la última Liga de Campeones y lleva una racha de 16 triunfos seguidos.
En medio de tantos problemas, a Bartomeu podría no quedarle otra salida que convocar elecciones adelantadas, como reclama buena parte de la hinchada, en la esperanza de abrir un capítulo nuevo.