Busco un matiz, un atisbo de argumento para no calificar de barbarie lo que hoy define el resultado de la actual gestión de gobierno, y la tarea es además de infructuosa, una soberana pérdida de tiempo. Lo único claro, en relación al gobierno militar con pantomima careta civil que detenta el poder, es que no puede ver que alguna institución, alguna iniciativa o empresa funciona, porque en seguida su voracidad estatizadora la toma, expropia, regula, controla, para exitosamente destruirla, quebrarla y hacerla o inviable, o ineficiente.
El turno le tocó ahora, en esta caravana de desvaríos y demoliciones que avanzan a paso de vencedores, al Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, (IVIC). La prosapia oficialista en la Asamblea Nacional, específicamente la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación, ha tenido la iluminada idea de presentar un proyecto de Ley para “cambiar” el nombre del Instituto, eliminar beneficios socioeconómicos de sus trabajadores, y en el ínterin, derrumbar una de nuestras instituciones científicas más emblemáticas e importantes, cantera de investigadores, creadora de conocimiento que ha servido durante casi 60 años al país.
Esta monumental estupidez (no cabe otro adjetivo) y la aprobación en primera discusión del referido “proyecto”, parece no dejar duda de la inexorable consumación de un costoso y lamentable error, que se suma a la larga lista de desatinos que, en materia de políticas, fomento y promoción de la actividad científica e investigativa, en la práctica contra la pared en las Universidades Públicas y Autónomas, gracias a presupuestos miserables que el gobierno critica como “elevados”, ha generado el actual gobierno.
Al eliminarel IVIC, como es la pretensión oficial, el Ejecutivo denota su abismal ignorancia sobre los factores que deben conjugarse para la actividad científica y de investigación, y para su progresiva concreción a través de redes de conocimiento, innovación y aplicación social, cuales son la libertad, el apoyo sostenido y estratégico con inversión, infraestructura y presupuestos adecuados, el estímulo a la carrera docente e investigativa, un apoyo decidido al emprendimiento en todas sus expresiones, y sobre todo, el respeto a la autoridad del saber, a la solvencia de los méritos, credenciales de quienes se dedican a crear conocimiento y buscar, a través de la ciencia, soluciones y nuevos caminos hacia la verdad de nuestro entorno.
De nada vale fundar Universidades, si se las somete en su plan curricular a una visión sesgada e ideologizada de la realidad, y la egolatría de ídolos populistas. De nada vale regalar computadoras portátiles a niños, si los textos escolares que se les impone presentan serias deficiencias, y de nuevo, exhiben una visión politizada, partidista e ideologizada de la realidad, mientras las escuelas se caen a pedazos, o son desvalijadas por el hampa, o los maestros y docentes ganan salarios de hambre.
Abran paso. Ahí va, la revolución de la ignorancia.
@alexeiguerra