Han pasado quince (15) años desde la llegada al poder de esta nueva clase política conformada por militares golpistas y gente vinculada a la podrida izquierda radical venezolana. Los vínculos con el extremismo mundial y la receta cubana nos han dejado por herencia la cultura de las armas como esquema de dominación política y social camuflada en amañados procesos electorales orientados a mostrar la mascarada democrática. El manjar petrolero ha servido la mesa para el saqueo más descomunal que país petrolero alguno haya experimentado en la historia de la humanidad. La escalada de violencia forma parte del paradigma revolucionario desarrollado por el régimen como parte del terrorismo de Estado desarrollado por y desde las altas esferas gubernamentales. El chantaje a la disidencia pasa por la confiscación presupuestaria a gobiernos regionales y locales adversos, para castigar los pueblos que mayoritariamente disienten del proceso. En términos prácticos, estamos entrampados en un modelo castrista llevado adelante por unas cúpulas militares putrefactas, con las honrosas excepciones institucionales del caso…
Cabe destacar que en modelos clientelares y populistas como el venezolano, la única manera de mantener las protestas sociales a raya es mediante la dadiva y la represión. Hugo Chávez logro consolidar la mendicidad como cultura popular, gracias a una renta petrolera que le permitió salir de nuestras fronteras para comprar conciencias y proyectar una falsa imagen de redentor de los pobres. Repartió y dilapidó irresponsablemente los recursos del país para perder la gran oportunidad de levantar una gigantesca plataforma industrial y de servicios como motor impulsor hacia el verdadero desarrollo nacional. El resultado no puede ser más desolador. Un país quebrado en sus cimientos ético morales, sumergido en una cruda realidad económica que comienza a desatar vientos huracanados difícilmente controlables como producto del bozal ideológico que impide tomar las medidas de fondo requeridas. En estas circunstancias, es poco lo que se puede hacer con el gobierno actual.
El escenario dibuja cataclismos sociales a puertas que exigen una rectificación inmediata de parte de los sectores democráticos para enfrentar exitosamente esto. Vistos los hechos y extrapolando las consecuencias, el entendimiento nacional hacia la unidad se hace obligante. No es con irracionales ataques contra nosotros mismos como podremos salir. Pareciera que no hemos dimensionado a plenitud al verdadero enemigo foráneo de nuestra idiosincrasia. El odio y la exclusión sembrada en los tuétanos de los barrios venezolanos, ha sitiado y anarquizado por completo a la sociedad. Difícilmente lograremos producir el cambio, si todos los factores creyentes y practicantes de la libertad y la democracia, no nos unimos de acuerdo a patrones de respeto y convivencia. Es a la dirigencia opositora, en todos sus niveles y espacios de la vida nacional, a quienes les corresponde deponer irracionalidades para retomar el diálogo puertas adentro de la unidad democrática. El esfuerzo unitario es el único camino para derrotar la bastardía…
Mis comentarios:
.- La plancha paralela a la AN que se asoma en Lara, debe exigir primarias generales para unificar candidaturas…
… La justicia protege los pasos del hombre recto, la malicia causa la ruina del pecador… (Proverbios 13:6)
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