Se nos hace la boca agua. Se presenta un nuevo smartphone en el mercado o un nuevo tablet, y nuestro deseo se dispara: tenemos que hacernos con esa maravilla. Todos conocemos bien el extraño hormigueo que se siente al comprar un nuevo producto en tecnología. La magia comienza en el preciso momento en el que pulsamos el botón «comprar», pero luego llega el tracking del mensajero, y por fin, el esperado día: llega el paquete a casa y saboreamos el exquisito momento del unboxing. Menuda fiesta…
Está claro que aunque sea pasajero, ese gadget que hemos adquirido nos acerca a una extraña sensación de plenitud, posiblemente la misma que sintamos al recibir un aluvión de «me gusta» en Facebook o un montón de RT en Twitter. Ahora bien ¿es esta recompensa real o ficticia? Interesante cuestión que se la planteado un equipo de investigación de la universidad de Chicago, capitaneado por Wilhem Hoffman, y que descubrió que el impulso por acceder a las redes sociales es superior al del… sexo. Y lo es por un buen motivo: la recompensa emocional.
Sí, la tecnología nos ayuda a ser más felices
A estas alturas del debate, no tiene mucho sentido sostener que la tecnología proporciona felicidad ‘per se’: la felicidad puede llegar por una satisfacción personal o al menos una serie de componentes inmateriales que colman a uno. Sin embargo… ¿puede la tecnología ayudarnos a ser felices? Pues resulta que según los diferentes estudios la respuesta rápida es que sí, la tecnología ayuda y bastante a que seamos más felices, pero antes de que vayas corriendo a comprarte el último iPhone, espera, porque hay matices.
Como hemos apuntado antes, no es que la compra de gadgets en sí nos llene, sino cómo los utilizamos. La idea básica sobre la que se sustenta esta conclusión es lógica: cuanto más conectados estemos con nuestros seres queridos y entorno, mayor será la recompensa afectiva que recibamos. Es la misma sensación de alegría que disfrutamos cuando comemos con amigos o familiares, o cuando compartimos con nuestra pareja una cena romántica: al haber una conexión emocional positiva, nuestro ánimo reacciona mostrando una gran satisfacción.
Ordenadores, móviles y redes sociales
¿Qué papel juega en este caso la tecnología? El mismo que el de los bares, comidas o encuentros, pero de una manera virtual. Con cada vez menos tiempo, resulta muy complejo encontrar huecos para esa cerveza con los amigos y con las agendas cada vez más apretadas, las comidas familiares se van distanciando en el tiempo en muchos casos. No sucede lo mismo con la tecnología, que nos mantiene conectados permanentemente con nuestro entorno (y en ocasiones en exceso). Y esto que te contamos no es sólo una sospecha: un estudio realizado en 2008 demostró que la felicidad en redes sociales era «contagiosa» (suponemos que lo mismo que la mala leche).
Este curioso principio de interconexión y solidaridad on-line es el más determinante para concluir que el uso de la tecnología, siempre que sea de buena fe, contribuye a que seamos más felices. Son múltiples los casos en los que amigos, conocidos o incluso gente anónima, ha evitado suicidios en las redes sociales. Este lado más dulce del ser humano tiene su reflejo también en Twitter, donde han sido tantos los casos de apoyo entre usuarios que la propia red social ha publicado una guía para evitar intentos de suicidio entre sus usuarios. Pero nos quedaremos con los ejemplos más cercanos y cotidianos: un mensaje amable o un gesto de cariño altruista, ayudarán a que nuestro entorno sean más felices.