Jackson José Pinto llegó en horas de la noche del martes 11 de noviembre a su casa. Venía de su trabajo. El joven se quitó su franela y cuando se iba a cambiar llamó a una amiga y, al saber que estaba cerca de su casa, la citó para entregarle unos lentes que iba a pulir.
La saludó, habló con ella y la despidió. Eran alrededor de las ocho de la noche cuando, al momento de dar la vuelta para abrir la reja de su casa, se percató que venía un carro con las luces prendidas y tragando flecha. Observó a un hombre armado y por la parte de atrás fue sorprendido por otro sujeto quien lo tapó con una capucha, pero todo fue tan rápido que no le dio tiempo de ver las características del carro.
De inmediato comenzaron a decirle que sabían que acababa de llegar de viaje de Estados Unidos. Le nombraron movimientos específicos que había hecho y hasta tenían información de lo que sería el preparativo de su cumpleaños. El comerciante, de inmediato, supo que se trataba de un secuestro, y sabía que los delincuentes lo que querían era dinero.
En el trayecto escuchó cuatro voces distintas. Apenas rodar como 15 minutos, lo despojaron de todas las cadenas, pulseras y anillos que cargaba, valorados en unos 300 mil bolívares. Posteriormente se detuvieron, lo bajaron del vehículo y lo recibieron otras tres personas más. Lo supo porque las voces eran distintas. Le dieron un teléfono para que llamara a un familiar, le indicara que se trataba de un secuestro y fuera buscando dinero. Intentó comunicarse con su hermano, quien nunca contestó, por lo cual lo hizo con un cuñado y le explicó el mensaje de los secuestradores. Una vez que realizó la llamada, lo pasaron a una camioneta pick up, y rodaron unos 40 minutos, hasta llegar a una comunidad apartada, a un rancho de tabla, en donde lo recibieron dos hombres y una mujer.
Con los ojos vendados y las manos amarradas dejaron al comerciante en el rancho. El lugar estaba sucio y se observaban algunos animales. Sus cuidadores eran dos hombres y una mujer, quienes desde el primer momento le dijeron que colaborara. A diario le ofrecían caraotas para comer, pero el joven estaba preocupado y, sumado a los olores del lugar, se le quitó el apetito. Lo tenían durmiendo en el piso y lo sacaban para hacer sus necesidades.
Durante su cautiverio se enfermó, le dio gripe y fue tan alta la fiebre que la dama le vació un tobo de agua fría para bajársela.
Escuchaba voces de otros jóvenes quienes visitaban el rancho, pero nunca entraron. Se supo que entre ellos consumían droga, pero nunca se tornaron agresivos contra la víctima. La dama no estaba un poco de acuerdo con su presencia allí y siempre le indicaba que tuviera fe e inclusive todas las noches tomaba la Biblia y se dedicaba a leerle cinco salmos.
Los cuidadores hablaron que le pagarían de 50 a 100 mil bolívares por tenerlo en el rancho, pero estaban un poco asustados, pues la estadía había sido larga.
Llamaban a diario
Paralelamente las personas que estaban detrás del plagio a diario se comunicaban con el hermano de la víctima, a quien le dijeron que no denunciara. Le exigieron una alta suma de dinero y de inmediato comenzaron a buscar. Luego de reunida la cantidad los captores manifestaron que querían más y subieron el monto como en dos oportunidades.
El hermano de Jackson José Pinto, desesperado, pidió una fe de vida y los secuestradores enviaron un mensaje de texto a los cuidadores, para que preguntara a la víctima cómo se llamaba su mamá, seguido de otra pregunta personal y al ser contestada, se percató que estaba aún con ellos.
Si bien las víctimas siempre se mostraron dispuestas a cancelar el dinero, porque les dio temor de denunciar, siempre fueron los mismos delincuentes quienes atrasaron la negociación.
Lo desataron
Cinco días estuvo secuestrado pero parecía una eternidad. Todos los detalles del cautiverio del comerciante los dio a conocer una persona muy allegada, pero no quiso revelar su identidad.
Lo rescataron
Parte de la comunidad observó movimientos extraños de los residentes del rancho de tabla que estaba ubicado en el sector El Palomar, de El Tostao, al oeste de la ciudad y el sábado en horas de la noche se atrevieron a denunciar ante un puesto de la Guardia Nacional, quienes al cerciorarse de la información y aun cuando no habían recibido denuncia alguna del secuestro, armaron un operativo en el cual participaron al menos 20 castrenses y procedieron a irrumpir en la vivienda.
Los cuidadores, al sentir el movimiento, procedieron a desatar a la víctima, lo pasaron a una hamaca, para hacer ver que era un integrante de la casa.
Una vez que los efectivos entraron a la morada, dos hombres se tiraron al suelo y se entregaron. Así mismo capturaron a la dama y a Jackson le preguntaron si era el secuestrado. Se encontraba con su barba poblada, las manos marcadas por las ataduras y los ojos rojos por el cansancio.
Aproximadamente a las 10 de la noche del sábado se produjo el rescate. La víctima fue trasladada al comando de la Zona número 12 (antiguo CORE 4) y posteriormente entregado a su familia, explicó el comandante y general de Brigada Martín Maldonado Guerrero.
Este caso es el primer secuestro registrado en la entidad durante el 2014.
Van para Uribana
Como Marcos Antonio Márquez Hernández, de 35 años de edad, fue identificado uno de los cuidadores, quien presentó dos solicitudes, la primera por el Departamento de Aprehensión Juzgado de Control de Caracas, de fecha 9 de enero del 2006, por el delito de robo genérico y del 28 de marzo del 2008, por el Juzgado 9 de Ejecución de Caracas por el mismo delito.
La segunda persona detenida es Wister Amaro Arroyo (22), a quien le incautaron un revólver calibre 38, con seis municiones, además de un envoltorio de presunta marihuana con un peso de un gramo. El arma de fuego incautada se encontraba solicitada por Barinas, tras ser robada el 3 de julio del 2013.
Mary Josefina Mosquera, de 44 años, fue la mujer detenida.
El día de ayer tuvo lugar la audiencia de presentación y los tres resultaron privados de su libertad. Fijaron como sitio de reclusión el Centro Penitenciario David Viloria, conocido como Uribana.
Fueron presentados por la Fiscalía de Flagrancia ante el Tribunal de Control 4. Les imputaron los delitos de secuestro agravado, robo agravado, agavillamiento y a Wister le sumaron tres delitos más: porte ilícito de arma de fuego, aprovechamiento de cosas provenientes de delitos y posesión de droga. Sin embargo William Castro, quien es el abogado defensor de los imputados, apelará la decisión de la privativa de libertad, en cuanto a los delitos de robo agravado y el secuestro, por falta de elementos de convicción, porque en el momento de la aprehensión no se encontraron joyas, ni objetos de valor propiedad del secuestrado, a quien le despojaron de sus prendas el día del plagio y la aprehensión se dio cinco días después, desestimando la flagrancia en cuanto a ese delito.
Así mismo indicó que referente al secuestro, se va apelar porque no existe una denuncia del plagio por parte de los familiares, además que dentro de la morada no habían candados, ni cadenas, ningún objeto que pudiera demostrar que el joven lo tenían en contra de su voluntad dentro de la casa.