Realmente es muy difícil vivir en condiciones tan precarias.
Y es que las tapas de zinc, los techos de cartón, el agua en pipas y la electricidad improvisada a través de alambrada de púas, en María Teresa del Toro, hay veinte familias que abrigan la esperanza de vivir como seres humanos, con servicios y bajo una casa de bloque y cemento.
Lo anterior es un ínfimo extracto de los anhelos de una comunidad dominada por mujeres “solas” que ocuparon hace tres años un predio en la calle Juan de Dios Ponte con calle El Matadero, Cabudare centro, a un costado del histórico puente Rojas Paúl.
El lugar es deprimente, “pero es que mucho hemos hecho sin ninguna ayuda para medio vivir con algo de dignidad”, afirmó Lorena Pérez, habitante de la deprimida ocupación, acompañada de Elizabeth Mujica y María Línárez.
“Solo buscamos vivir dignamente. Perseguimos el sueño de cualquier venezolano y no es otro que tener una casa para mejorar nuestra calidad de vida”, plasmó Mujica con angustia mientras intentaba recoger un poco de agua de una manguera con una docena de remiendos.
Desalojo arbitrario
Cuestionan el grupo de mujeres, el desalojo arbitrario que las gestiones de Coroba y Barreras han intentado realizar al argumentar que el solar invadido es de carácter privado.
“Pero resulta que indagando acerca de la propiedad de este terreno que siempre ha estado abandonado, en una suerte de engorde, que es de un empresario prófugo de la justicia por evasión de impuestos y otros delitos”, señalaron.
Desde ese entonces, prosiguieron, hemos hecho gestiones ante el Gobierno nacional, Fundacomunal y la Gran Misión Vivienda para que contemplen un proyecto de vivienda en el sitio, mas sin embargo nos aseguran que necesitamos el traspaso de la propiedad por parte del alcalde Barreras, diligencias que también hemos ejecutado sin res puesta alguna.
Inicialmente, unas 25 familias hicieron una toma simbólica, pero la Sala de Batalla de Cabudare, les advirtió a las familias que tenían que ocupar para poder reclamar el lote baldío.
Sindicatura actuó en un intento de desalojar a las ocupantes, citando violaciones a la norma y el Cuerpo de Bomberos, dictaminó igualmente que algunos “ranchos” no guardaban el retiro de 300 metros de la orilla de la quebrada Tabure, no obstante, justo detrás de la invasión se puede divisar un edificio de unos 20 pisos en la misma distancia.
Penurias y esperanza
La lucha es larga para estas mujeres y más de 40 niños de la ocupación María Teresa del Toro, pese a que las estrechas y agobiantes paredes de lata y cartón, esgrimen que son tan venezolanas como sus vecinas, que habitan en casas y edificios de bloque.
“Recibimos malos tratos de nuestros vecinos. Para conseguir los servicios nos exigen en los organismos públicos hasta la partida de nacimiento de nuestros tatarabuelos con la malsana intención de corrernos. Queremos legalizar todo para contribuir con el municipio. Entendemos que la gente hace esfuerzos por tener sus cosas, nosotros también y exigimos igual trato. Nuestros hijos se lo merecen”, expusieron haciendo un llamado de atención a los organismos con competencia.