Un reducido grupo de mujeres y hombres, junto a sus hijos, pertenecientes a la etnia yukpa, no han salido del terreno que ocupan frente al viejo cementerio de la 42, supuestamente porque desde la Alcaldía de Iribarren no les han correspondido con sus exigencias económicas.
Se trata de seis adultos y doce niños que continúan viviendo allí en precarias condiciones, en especial de higiene, resistiéndose a regresar a la Sierra de Perijá, en el Zulia, de donde proceden.
La pasada semana se logró la salida y el envío a aquella entidad de la mayoría de los indígenas, un total de 154, procediendo cuadrillas de Imaugar y la Alcaldía de Iribarren a llevar a cabo una intensiva operación limpieza de lo que ha quedado del parque frontal del camposanto.
En esa oportunidad, el ingeniero Luis Valencia, de Imaubar, e Isabel Vargas, coordinadora del cementerio, informaron de la existencia de dos proyectos para la recuperación plena del viejo parque para ponerlo al servicio de la colectividad, a la cual le ha estado vedado durante muchos años.
Pero para ejecutar los dos proyectos es necesario desalojar por completo el espacio, lo cual no ha sido posible por la presencia aún de esas familias indígenas que a duras penas se resguardan del Sol, la lluvia o el frío, dentro de las casuchas construidas con cartones o plásticos.
Quienes a diario deben pasar por la calle 42 o avenida Rómulo Gallegos consideran necesario que una vez recuperado el parque, también se ponga orden en la gran cantidad de puestos de vendedores informales que ocupan las aceras, algunos por completo, obligando a los transeúntes a caminar por uno de los canales de rodamiento de los vehículos.
En una oportunidad eso se hizo desde la Alcaldía de Iribarren, pero en pocos años, hasta la actualidad, el caos volvió a esa arteria vial que tanto movimiento de personas y vehículos registra la mayor parte de cada día.