Para quien tenga algo de conocimiento sobre normas sanitarias indispensables en un centro de salud, resulta por demás rechazable lo que a diario puede verse en la parte posterior del Hospital Central Antonio María Pineda.
Todo el que transite por la avenida Libertador, al mirar hacia nuestro principal centro asistencial debe exteriorizar un rechazo a la existencia de un inmenso reguero de desperdicios de todo tipo que, lógicamente, debe ser considerado como un foco de contaminación a pocos metros de donde personas con diversas enfermedades esperan su recuperación.
Lo más lamentable es que no se trata de algo nuevo lo que allí existe, pues el deprimente espectáculo está en exhibición desde hace meses.
Allí existen apenas dos contenedores cuya capacidad no permite albergar todos los desechos, incluso clínicos, que a diario se generan en una institución de tal magnitud como es nuestro Hospital Central.
Resulta difícil pensar que el doctor Ruy Medina, su director, quien siempre ha demostrado su amor por ese centro dispensador de salud, al cual ha dedicado una buena parte de su vida, no se haya dado cuenta de lo que ocurre en la parte posterior de la edificación.
Igualmente, no creemos que no haya hecho las gestiones correspondientes ante el Instituto Municipal de Aseo Urbano de Barquisimeto (Imaubar), para que la recolección de los desperdicios allí depositados, en contenedores y regados por el suelo, se haga con mayor frecuencia, si es posible diariamente.
Además, sería conveniente la construcción de un depósito con mayor capacidad, así como con los necesarios adelantos técnicos, para eliminar la exhibición de ese gigantesco foco de contaminación capaz de generar diversos tipos de enfermedades a través de los insectos que allí deben reproducirse, incluyendo las ratas.
Incluso personal médico y paramédico que allí labora ha llamado la atención sobre esa irregularidad pero hasta ahora sus justos planteamientos, con miras a un ambiente laboral más saludable, no han encontrado la receptividad necesaria que contribuya a su eliminación.
La dirección del centro asistencial y de Imaubar tienen en sus manos la solución del problema antes de que continúe agravándose, como se ha visto durante los últimos meses.