Está en solitaria espera de los honores de Panteón, el General de División Pedro León Torres. Epónimo del municipio Torres (Carora) y uno de los más eximios paladines de la emancipación venezolana.
Justo en estos mismos días entró en acción la noble iniciativa de solicitar la inhumación en el Panteón Nacional de las arcillas sagradas de este connotado prócer de la Independencia, blasón y honra del gentilicio, por sus virtudes paradigmáticas y sus denodadas ejecutorias, durante la era de la separación del dominio español, elevadas a la categoría de símbolo y de ejemplo.
Por su sentido republicano y patriótico juzgamos esta iniciativa digna del propósito que se propone coronar: que el bizarro militar caroreño ocupe lugar descollante en el altar de la patria, al lado de su Jefe incomparable, el Libertador, por méritos y cualidades que no se discuten, que lo hacen digno acreedor de este honor inmarcesible, que tributa la patria a uno de sus más eminentes Libertadores.
Fue Bolívar el preclaro creador de la honrosa Orden de Los Libertadores, para premiar a tiempo el honor, la dignidad y el heroísmo, no solamente de las virtudes guerreras consagradas a Velona, sino también, las prístinas virtudes del mérito y los honores y legados cívicos que prodigan las artes civiles. Que no deben concederse como al voleo, sino asociadas a los austeros valores de la equidad y probidad.
Hay con justicia, múltiples razones y elevados propósitos con que el Libertador otorga premios y distinciones honoríficas a los leales servidores de la Republica. Oigamos este elevado pedimento que hace a los legisladores de Angostura, hombres civiles que redactaron la Primera Constitución del país y a quienes insta acatar esta orden irrevocable “Los libertadores de Venezuela son acreedores a ocupar siempre un alto rango en la Republica que les debe su existencia. Creo que la posteridad vería con sentimiento anonadado los nombres ilustres de sus primeros bienhechores, digo más, es del interés público, es de la gratitud de Venezuela, es del honor nacional, conservar hasta la última posteridad, una raza de hombres virtuosos, prudentes y esforzados, que superando todos los obstáculos, han formado la Republica a costa de los más heroicos sacrificios” (Mensaje al Congreso de Angostura).
Sin lugar a dudas, Pedro León Torres, forma parte de esa raza de hombres virtuosos, prudentes y esforzados de los que habla Bolívar, por eso cuando el Héroe de Bomboná, mezcla su generosa arcilla, con la hermana tierra de Yancuánquer (Colombia) el 26-8-1822, el libertador le tributa este póstumo panegírico: “La Republica ha perdido uno de sus hombres de esperanza para el Día de la Paz”. Es decir, en su heroico espíritu, albergaba virtudes para ser indómito guerrero, como atildada capacidad, para las artes civiles de la paz. No era menos, en el precursor Congreso de Angostura, tuvo Torres, destacada actuación de Senador, una credencial que engendra ubérrimos frutos de civilidad.
Así se presenta ante la historia y el mundo el bizarro paladín caroreño, a quien sus agradecidos paisanos ufanos de que el terrón nativo haya dado un prócer de tal magnitud a la República, se unen y se integran, para llevar sus inmortales cenizas, al Panteón Nacional y Santuario de la Patria, para que more al lado de Bolívar, en ese peregrinaje de eternidad, en que renace sus espíritu.
El bardo caroreño Francisco Bracho Pérez, mi tío abuelo, por el lazo del ancestro, que a él me liga y me vincula, en las galas del Soneto endecasílabo, en lauro de líricocertamen de 1924, se hizo acreedor a la magna laurea de un canto que eterniza al heroico paladín, héroe cimero del terrón nativo. Solamente los poetas saben hablar en el lenguaje persuasivo, universal y eterno de símbolos.