Es un gran sueño poder ver la vida desde la muerte, decía el escritor Gabriel García Márquez y su deseo se hará realismo mágico al mediodía del sábado cuando su alma regrese con los vivos a una mesa de difuntos elaborada por el gobierno de Bolivia en honor a varios famosos ya fallecidos.
Según la tradición que se origina en creencias ancestrales de antiguos pueblos andinos, las almas de los difuntos regresan al mundo de los vivos por unas horas cada 1 de noviembre.
Los estará esperando una mesa con abundante comida, panes, frutas, bebidas, velas encendidas y hasta una parranda si se cumple un año de la partida.
La tradición se ha fundido con ritos católicos. El rezo a las almas no puede faltar.
Este año el canciller boliviano David Choquehuanca, de origen aymara como el presidente Evo Morales, armó una mesa gigante en el principal salón de la cancillería para honrar a los difuntos.
En la ofrenda están las fotos del presidente venezolano Hugo Chávez, del líder libio Moamar Gadafi, Nelson Mandela, el Ernesto «Che» Guevara, Simón Bolívar, el ex presidente argentino Néstor Kirchner, héroes indígenas e incluso manifestantes muertos en protestas sociales.
«Queremos compartir con nuestros hermanos que ya no están junto a nosotros. Es una obligación recordar las obras que nos han dejado estos grandes hombres», dijo Choquehuanca.
«Para las culturas andinas no existe la muerte, tampoco para los cristianos. La Biblia dice que unos se van al infierno, otros al cielo, pero no se mueren, se van. Nosotros decimos que nos vamos a los cerros».
La festividad que ni siquiera el Halloween ha podido desplazar se prolongará hasta el domingo con una celebración similar en los cementerios.
En los días previos, las tumbas, muchas olvidadas el resto del año, han sido adornadas con esmero para agradar a las almas.
Los fallecidos podrán escuchar al mediodía del domingo música de mariachis antes de regresar a descansar al más allá.