La crisis del país, en cualquier nivel, afecta la dinámica de todas las actividades existentes. Dicho esto, la escasez y la carestía de la realidad actual, lesiona la actividad comercial de quienes compran y venden libros en uno de los lugares emblemáticos de la ciudad, como lo es la plaza Pedro León Torres, en la calle 23 con carrera 19, frente a la sede de la Gobernación del estado Lara.
Allí, quienes han mantenido a sus familiares con esta actividad, explican que durante los últimos meses, la dinámica de comprar y vender libros ha mermado debido a las mismas dificultades que sufren todos quienes viven dentro de las fronteras venezolanas.
Así pues, comerciantes dueños de los puntos informales para ofrecer los libros indican que una de las mejores fechas del año para la venta de libros en esa zona era la víspera del inicio de las clases, cuando los representantes buscan los textos educativos solicitados por los planteles educativos en todos sus niveles.
Sin embargo, este año, la época ya pasó y el panorama se mantuvo: las ventas se mantuvieron bajas. Según explican los afectados, esta situación se explica porque, en primera medida, los precios de los libros han sufrido una fuerte variación hacia el alza y, segundo, la escasez no permite conseguir toda la demanda solicitada por los usuarios, lo que afecta la oferta y, por consecuencia, las ventas.
Mayra Arenas, con 10 años en la plaza vendiendo y comprando libros, explicó que durante la década en la que ha convertido el espacio público en el principal ingreso de su familia, agosto y septiembre de este año, ha sido «el peor de todos». «La gente se queja del precio de los libros», indicó Arenas, «es que todo está muy caro, y también están los libros…, ha sido fuerte», justificó.
Por su parte, Jesús Calles ha sido un comerciante frecuente de dicha plaza, aunque hace unos años se marchó del negocio, pero volvió hace poco más de dos años al puesto de su familia. De todas formas, explica Calles, la venta de los libros se vuelve cada vez más difícil por la falta de oferta por parte de los distribuidores de libros, quienes no tienen cómo satisfacer las demandas solicitadas por los comerciantes y que son el reflejo de lo que necesitan los usuarios que acuden allí.
«Los libros están escasos», comenta Calles, «y además, los que se encuentran son costosos». Al igual que su compañera de espacio, el vendedor explicó que las ventas han sido las peores desde que su familia se ubicó allí para comercializar con los textos.
Sin embargo, esta plaza, ubicada en el centro de la cuidad, es una de las mejores opciones que tienen los usuarios para satisfacer la necesidad de conseguir los textos necesarios, ya sea para su esparcimiento o para fines educativos.