“…me…tiro a la calle, a caminar esta tristeza, quiero perderme entre la gente, atravesando soledades, para dejar que corra libre, un manantial de corazón, voy a dejar que corra libre, un manantial de corazón…”
Hace 30 años la escena musical venezolana vivía la ebullición de una camada de voces, agrupaciones, talentos y sonoridades que permitieron la emergencia de rostros y estilos cuya calidad y constancia, los haría perdurar en el tiempo. Uno de esos rostros y de esas voces era la de Giordano Di Marzo Migani, o sencillamente Yordano.
Año 1984. Jaime Lusinchi ocupaba Miraflores. El país recién se recuperaba de los efectos del Viernes Negro, devaluación que agrietaba el turismo mayamero y el “ta´barato, dame dos”. Michael Jackson, aun negro, sacudía al mundo bajo el pegajoso influjo sonoro y zombie de Thriller, y La Guerra de las Galaxias junto a ET nos acercaba como nunca a la ciencia ficción extraterrestre y sideral. Era también un año en el que aún podíamos salir a la calle, sin sufrir el imperio impune de la delincuencia omnipresente.
En los ’80, buena parte del ocio adolescente consistía en entrar en las discotiendas y revisar las novedades, las carátulas cuadradas de los discos o Long Plays (LP), y luego calibrar el pulso para colocar la aguja del tocadisco en el surco inicial, después de soplarla.
El llamado “disco negro” de Yordano, constituyó no sólo un éxito comercial por la cantidad de temas que encabezaron las listas radiales del momento, sino por la magistral combinación de sonidos caribeños, con toques de pop, baladas, pinceladas de jazz y mucha experimentación en la percusión y en arreglos que aún hoy, nos revelan una acústica impecable.
Yordano creó en este, su primer gran éxito comercial, más no su primera incursión discográfica (la primera fue con el grupo “Sietecuero”, junto a Alberto Slezynger, la segunda con “Negocios son negocios”, de muy bajo perfil), un universo temático en letras que hablaban de amor y desamor, de tristezas y soledades, de personajes atribulados por la pasión y sordidez, sumergidos melancólica o festivamente en la nocturnidad, con la Luna, como única compañía. Poesía descarnadamente romántica y urbana.
Bailando tan cerca, Aquel lugar secreto, Algo bueno tiene que pasar, No queda nada, Otra cara bonita, Hoy vamos a salir, Manantial de corazón, No voy a mover un dedo, Ella se fue, Chatarra de amor, son los temas incluidos en el disco, que Yordano junto al selecto grupo de músicos que lo acompañó, ensambló con un sonido único que marcó el inicio de su carrera, y también, una época, y un país.
En ese entonces disfrutamos de su música y hoy lo seguimos haciendo, cuando su salud pone a prueba su temple y fortaleza, y toda Venezuela lo sigue celebrando y aplaudiendo, bebiendo sonidos y alegría de un manantial de corazón que cumple 30 años… y los que faltan…
@alexeiguerra
