Como cada día, Antonio José Pérez Ure, de 20 años de edad, se vistió para ir a trabajar, se despidió de su padre y le pidió la bendición. A un cuarto para las ocho de la mañana, salió de su residencia ubicada en la calle 2 de El Garabatal, al oeste de la ciudad.
Chepo como era conocido por cariño Antonio José, caminó hasta la esquina donde se encontró con su novia, su cuñada y otras personas más. Acostumbraba a esperar el rapidito que lo llevaría a su trabajo en la Zona Industrial.
De pronto, y de forma violenta, se detuvo un vehículo, que estaba identificado como una línea taxi de un reconocido centro comercial, del este de la ciudad. De allí se bajaron par de sujetos armados y quienes, sin mediar palabras, le dispararon a Chepo sin compasión. Al joven no le dio tiempo de correr. Fue sorprendido por los pistoleros quienes accionaron sus armas en repetidas oportunidades.
En la boca, el rostro y el pecho, al menos siete impactos, uno de ellos de salida se le observó a Chepo, en su cuerpo.
Muy mal herido cayó en la acera, mientras los asesinos abandonaban el lugar a pie y sin que nadie se atreviera a atraparlos. Seguidamente la cuadra se llenó de gritos y llantos. Los presente detuvieron un rapidito, montaron al joven y lo trasladaron hasta el Seguro Social Juan Daza Pereira, mejor conocido como el Seguro de la 50, pero no soportó las lesiones sufridas y falleció.
Era una persona trabajadora
Jorge Colmenárez dice que se estaba vistiendo cuando se escucharon los disparos. Salió porque se iba a trabajar, además sabía que su hijo estaba por el lugar y al llegar a la esquina fue que supo que se trataba de su muchacho la persona que habían baleado.
Colmenárez tomó un rapidito y de inmediato se fue al Seguro, pero ya el cuarto de sus seis hijos había fallecido.
El padre consternado por la noticia, indica que su muchacho era una persona que nunca había tenido problemas con nadie. Era trabajador. Contó que dejó de estudiar en bachillerato, pero comenzó a trabajar en un autolavado y luego en una fábrica de sacos, en donde actualmente tenía cerca de dos años prestando sus labores.
Desconoce quién pudo haber cometido este crimen en contra de su hijo, pero sí manifestó que en la zona existe mucha inseguridad, tanto así que hace un año tuvo que cerrar su taller mecánico porque los delincuentes ingresaban y atracaban a los clientes y se apoderaban de sus herramientas.
Cabe destacar que es el segundo miembro de la familia que muere de forma violenta, pues hace cuatro meses atrás asesinaron a su primo. Se trataba de un efectivo de Polilara.