“No me digan que los médicos se fueron, que no tienen anestesia, que el alcohol se lo bebieron, y que el hilo de coser fue bordado en un mantel… No me digan que las pinzas se perdieron que el estetoscopio está de fiesta, que los rayos x se fundieron y que el suero ya se usó para endulzar el café”, así reza una canción de Juan Luis Guerra pero pareciera ser la cruel realidad que viven los hospitales venezolanos por la falta de ayuda de quienes se encargan de su mantenimiento.
Hoy día estar hospitalizado pareciera ser un verdadero calvario para las personas que no tienen otra opción que la salud pública venezolana. En la siguiente serie presentaremos testimonios y vivencias de pacientes y sus familiares además del personal que labora en este tipo de instituciones.
“No sé que será peor si estar hospitalizada o la enfermedad que padezco”, reflexiona una mujer que está recluída en el piso dos de cirugía de damas en el Hospital Central Antonio María Pineda (Hcamp) de Barquisimeto.
Asegura estar viviendo un verdadero calvario dentro del centro asistencial, donde comparte habitación con otras tres féminas, una de ellas que esperó desde el mes de marzo para ser operada de la tiroides y las otras dos con fracturas: la primera por caída, la segunda por ser víctima de un Ruta que la atropelló. ¿sus compañeros? Los zancudos.
Los pacientes pueden ser recluídos pero no cuentan con la certeza que inmediatamente sean atendidos por un especialista. En el caso de una de ellas, tras dos días de hospistalización fue consultada por un traumatólogo, quien a pesar de las buenas atenciones no pudo “hacer nada porque la fractura de un fémur no es una emergencia. Además la lista de pacientes en espera es muy larga”, cuenta la mujer que le habría dicho el médico.
El tratamiento que le indicaron no se encuentra en el Hcamp, su familia debe salir a recorrer farmacia a farmacia, primero para encontrarlo y segundo buscando el precio más accesible, pues no cuentan con los recursos necesarios para tener a una persona enferma bajo los cuidados médicos.
En muchas ocasiones las enfermeras no tienen el mejor caracter para una buena atención -quizá la cantdiad de pacientes que deben atender- “pero ese no es nuestro problema, para eso les pagan, nadie tiene porque recibir malos tratos de otros”, refiere la enfema.
Al momento de la alimentación, a pesar que en el sitio se las proveé, no tienen el mejor sabor, tal vez por la dieta recomendada por los galenos, sin embargo, quienes pueden les llevan comida a sus allegados, eso sí, deben hacerlo escondidos, pues no es permitido hacer lo propio.
¿Qué hacen con los recursos?
“Cada uno carga con su propia cruz”, comentó una mujer que tiene a su tía desde hace poco más de 15 días (al momento de la entrevista), la señora cuenta 78 años de edad, fue atropellada por un Ruta 9 en el centro – oeste de Barquisimeto, desde ese instante está hospitalizada porque presentó seis fracturas en diferentes partes del cuerpo, hasta ahora no hay fecha de operación mucho menos esperanzas de reunir el dinero necesario para llevarla a una clínica privada.
“Vinieron unos residentes y la movieron mucho, veían la placa y la volvían a tocar, creo que no sabían el diágnosticvo y ahora está peor, como que no hay supervisión por parte de los superiores. No me pienso ir de aquí para que no ocurra nuevamente”, afirmó indignada la dama.
“La salud pública en este país cada día es peor, no sabemos qué hacen con los recursos que recibe el gobierno regional destinado para este hospital. No es posible que ni las camas sirvan, pues amén de quien consiga una en buen estado y triste para el que llegue de emergencia, pues con mi tía corrimos con suerte que esa noche había una camilla sola cerca de la morgue y llena de sangre. Tuvimos que colocarle unos cartones sucios y acostarla ahí, lamentablemente”.
El ambiente dentro de cada cubículo de las salas de hospitalizaciones se hace familiar, pues pueden escucharse los gritos de dolores, las quejas por los malestares de los pacientes pero también las ganas de salir de ahí y acabar con esa pesadilla que deben vivir. Dentro de todo eso la familiaridad entre las personas existe y muchas veces ciertas personas pueden tener una pastilla o ampolla demás que puede darle en calidad de préstamo o regalo a otra para que alivie su carma.
Es muy común también ver a las personas ayudarse con dinero y reunir para comprar las medicinas. Igualmente hay aprendizaje dentro de todo esto, pues quienes llevan más días dentro del lugar ya al ir a comprar saben los medicamentops sustitutos.