Se trata de construir la unidad nacional. Resolver los problemas de la gente, del ciudadano común, del venezolano de a pie.
Se trata de construir la unidad nacional. Resolver los problemas de la gente, del ciudadano común, del venezolano de a pie. Preguntarnos por qué Venezuela tiene la más grande inflación del mundo y por qué la economía venezolana no crece y más bien decrece.
Constatar, una vez más, el colapso del modelo rentista petrolero. Comprobar cien años de fracasos en el propósito de construir una economía diversificada que no dependa patológicamente de un solo producto: el petróleo.
Venezuela necesita desesperadamente un gobierno que asuma esas cuestiones. También necesita, con el mismo apremio, una alternativa capaz de inspirar confianza por su capacidad para presentar propuestas concretas que nos saquen de la crisis política, económica, social, cultural y moral.
Son cinco las crisis que está sufriendo el país y frente a las cuales no hay respuestas adecuadas.
Se impone la necesidad de abordar una agenda que convoque la unidad nacional. En esa agenda, el primer punto es el de sustituir la cultura de la confrontación por la cultura de la cooperación y del diálogo. Es lograr más y mejor democracia y promover la descentralización del poder y eliminar el exceso de presidencialismo.
El segundo punto es la modernización de la economía venezolana para generar los bienes y servicios que necesitamos y también los empleos modernos que se requieren.
El tercer punto es la crisis social. No es viable un país en donde existe una minoría que tiene demasiado y una mayoría que no tiene nada. La injusta distribución de la riqueza y de las oportunidades conspira contra la estabilidad nacional.
El cuarto punto de la agenda de unidad nacional trata el tema cultural. Para eso, hay que hacer de la educación, la ciencia, la tecnología y la informática prioridad nacional. Hay que sustituir la cultura del populismo, del estatismo y del centralismo por una cultura de la responsabilidad, de la productividad y de la eficiencia.
Por último, debemos abordar el tema de los valores. El país reclama una revolución ética que enfrente la corrupción galopante y la cultura de la muerte. Ya basta de robos y de ignorar la importancia de la propiedad privada. Pero, más grave todavía, ya basta de ignorar el carácter sagrado de la vida. Debemos sustituir la cultura de la muerte por la cultura de la vida, de la esperanza y del amor.
Seguiremos conversando.
@efernandezve